Revista Cine
Águila Roja Capítulo 96 Recap: Como el pan sin chorizo
Publicado el 23 octubre 2015 por Criticasen8mm @Criticasen8mmParece que en Águila Roja me han leído la mente, o los recaps, y se les ha ocurrido retomar en el capítulo de esta semana una trama que ya teníamos algo olvidada. Si bien el episodio anteriorfue la bomba y terminó explotando en drama y lloros (muy rápidos), en esta ocasión volvemos al tema del niño, del heredero, entre otras cosas, por supuesto. ¡Alerta spoiler!
Heredero
Otra cosa no, pero a las series en España –y a esta en particular- todo lo que sea enseñar carne le viene bien. Comienza este capítulo en un galeón con un montón de gente remando al unísono. Son soldados de España, un poco hartos porque no les han pagado la extra de Navidad, como funcionarios que son. Tiene lugar un motín y allí no sobrevive ni el apuntador.
El Rey, por su parte, se queja de que el problema es de las arcas, que están vacías. Aunque Malasangre tiene algunas ideas de cómo apañar el asunto: recortes, recortes. Como los hospicios. El Rey ordena vaciarlos, así que Hernán tiene que sacar de uno de ellos al hijo de Lucrecia con el Rey. Y se lo lleva para que lo vea, antes de buscarle un nuevo hogar.
Pero resulta que se han equivocado de niño. Y el Comisario se da cuenta porque marcó al bebé en el pie a fuego, para distinguirlo siempre. ¿Y no lo comprobó antes de traerse este? Ahora a la Marquesa le entra la ansiedad de buscar a su hijo, ¡ahora! Y tendrá que buscarlo por el bosque, donde los abandonan. Ella va buscando el suyo, los demás se la bufan lo más grande.
Soledad es nombre de mujer
En este capítulo también conocemos a Soledad, la sustituta de Catalina, que parece más seca que la huerta murciana y resulta que sabe dar masajes. Y Lucrecia se suelta, y le cuenta que tiene que encontrar a su hijo. El caso es que la mujer lo encuentra, ¡Vírgen del Camino Seco, super Soledad! Sin embargo, a la Marquesa se le despista un patuco, que encuentra Nuño. Se entera de la existencia de su nuevo hermanastro, pero no le dicen quién es el padre.
La Marquesa sabe que Soledad es conocedora de su más íntimo secreto. Así que decide matarla, pero ella es muy lista y se da cuenta de sus intenciones, así que le asegura que le servirá mucha más viva que muerta. Me está gustando a mí Soledad, mirad por dónde. Se le ocurre algo para el bebé, incluso. Harán como que el niño es suyo, así nadie sospechará nada; viviría allí en Palacio y Lucrecia podrá verle cuando quiera.
No querrá quedarse al niño y decir que es madre del hijo del Rey, ¿verdad? ¿Verdad? ¿He descubierto la trama de lo que queda de temporada? ¿Eh? Y hasta se pone a darle el pecho. Porque resulta que acaba de dar a luz, pero el bebé es de su anterior señor, y se lo quitaron. El caso es que a Lucrecia el bebé tampoco le dura mucho, pues un encapuchado aparece en Palacio, deja inconsciente a Sole, golpea a la Marquesa y se lleva al heredero.
El pueblo no te olvida
Satur está contento por la boda de Gonzalo y Marga, pero también preocupado. ¿Qué le dirá a ella cuando salgan los dos de ronda? Por respeto a Catalina y su memoria, esperarán a casarse. Si pueden, porque a Gonzalo le cae un rayo. Lo típico vamos, lo típico. Y el Águila tan pancho. El problema es la katana, que se ha partido. ¿Y ahora qué? ¿Qué será de nuestro héroe-tortuga ninja?
Pero nada puede hacer Gonzalo con ello, sino luchar con otras armas, con otras espadas. Nadie puede arreglarla, porque sabrían que es él. Pero Satur no se rinde, “usted sin la katana… es como el pan sin chorizo”. El criado desobedece sus órdenes y se lleva el arma a arreglar a un tal Sabino, que resulta ser ciego. No está mal, pero ya podría ser también mudo.
El caso es que a Satur no le llega el dinero, trata de convencer al señor de que volverá luego, pero en ese momento se muere. ¡Qué oportuno, oiga! Y justo en pleno intento de reanimación aparece otro señor, ¡qué oportuno este también, oiga! Lo que pasa es que éste puede ver, y lo ha visto, y la escena pinta la mar de sospechosa.
Satur sale de allí corriendo con la primera espada que coge, pero es el otro señor el que se lleva la katana del Águila Roja. Y el caso es que esconderse no es lo suyo: capturan al señor y le acusan de ser el héroe del pueblo. A ese señor. Por supuesto. Sabino no era el único ciego, no. Y Marga solo de pensar que ha besado a ese se tiraba por una ventana, vamos. Las noticias de la captura llegan finalmente a Satur, y es entonces cuando se da cuenta de su error.
Destierro
El cardenal Mendoza está bajo arresto mientras espera condena por robar la corona real. Mendoza solo piensa en estos momentos en vengarse de Malasangre. Felipe IV le condena al destierro, al final, lo cual es bastante mejor que cualquier cosa que se me pasaba por la mente a mí. Claro que el señor es ministro de Dios, tampoco podía matarle. Nos enteramos que el que ha capturado al Águila Roja ha sido él, y le ofrece al Rey un cambio: su cabeza, por la restitución de su confianza y librarse del destierro, claro.
Mientras todo esto ocurre, por cierto, Cipri está triste: echa de menos a Catalina. Y la verdad es que su muerte fue tan tan tonta… El caso es que Gonzalo se lo lleva al bosque, a una piedra manchada de sangre, suya. Allí es donde él iba, a pegarle puñetazos, cuando mataron a su mujer. Así que Cipri grita y empieza también a pegarle a la piedra, que qué culpa tendrá la piedra, ¿es que nadie piensa en las piedras?
De vuelta a la Villa, Gonzalo escucha al Rey hablar con Malasangre, como a 20 metros, una cosa loca. Les sigue faltando dinero, así que deciden mandar a gente de aquí como esclavos a otra parte y así ahorrar oro. Aquello parece hacer pensar a Gonzalo tanto que no escucha como dos bandoleros le apuntan por la espalda, a 20 centímetros. Solo son dos ladrones que querían su caballo, pero vamos, que menudo oído a ratos.
¿De qué lado estás?
El Águila monta una emboscada para salvar al Águila falsa. Que digo yo que lo mismo le bastaba con aparecer en otro lugar y demostrar que se habían equivocado de hombre. O en vez de matar a todos los guardias estos, haber dejado a alguno que pudiese contarlo. No, no. Pero es que encima resulta que el señor quiere morir, porque así la gente creerá que era el Águila Roja. Vamos, hombre, ahora queriéndote llevar la gloria de Gonzalo. ¿Pero cómo salvar a alguien que no quiere ser salvado?
En honor del Águila, en la Villa han colocado un altar con flores y todo en plan ofrenda. ¿No se suponía que la gente le odiaba después de aquel que le imitaba pero en malo? ¿Qué está pasando aquí? Cuántas preguntas sin resolver, cuántos episodios llevamos ya. Alonso se acerca al Águila y le pasa bajo mano un destornillador, para que haga de las suyas y se escape. Já, al señor este, a un mindundi. Sin embargo, su tío Hernán (no sabe que es su tío, ¿por qué no se lo cuenta?) le pilla con las manos en la masa. “¿De qué lado estás?”
Viendo el afecto que Alonso le tiene al Águila, a Gonzalo le entra pelusilla y decide salvar al impostor, aunque no quiera. Para ello se dirige al Palacio Real a por su katana, justo en el momento en el que el hijo de Lucrecia está a punto de morir a manos del encapuchado, por orden de la Reina.
Viva Águila Roja
Resulta que Mariana tiene oídos en todas partes, y se había enterado de lo del niño porque Nuño habló demasiado estando muy agustito en una taberna. Se supone que la Reina ya lo mató, pero no era. Éste sí que es, pero el Águila le salva y se lo lleva a su casa. Se lleva a su hermanastro. Hijo de su padre secreto y Lucrecia. Con la que tuvo fuegote. Esto es un culebrón que ni en Televisa.
Cuando el Rey va a cortarle la cabeza al impostor, la gente se lanza a exclamar vivas para el Águila. Hay una batalla campal para salvar al que no es y el impostor empieza a pensar que a lo mejor no era buena idea todo aquello. A caballo, y espontáneamente, aparece allí el auténtico héroe. No puede evitar, sin embargo, que disparen al impostor. Pero mira, que se fastidie. ¿No quería morir?
¿Y el niño? Pues será chatarrero, que es a quién se lo encasquetó Satur. ¿No se pregunta Gonzalo que hace alguien matando a un niño en la habitación del Rey? Qué nos estáis contando. Y encima resulta que termina el capítulo con ellos encerrados en un barco, porque estaban entre un montón de basura en plena calle que parecía eso una falla, y les capturaron, que ya sabemos las nuevas órdenes del Rey. Y se despiertan en alta mar, porque claro, de Madrid a la costa no te da tiempo a despertarte.