Revista Cultura y Ocio
Guisantito tiene ya once meses. Este fin de semana comenzó a salirle el tercer diente de abajo y a dar sus primeros pasitos. Esta tarde caminaba tres, cuatro y hasta cinco pasos desde su papá hasta su mamá, daba palmitas, se giraba y vuelta a empezar. Estaba para comérselo. Es normal que con tanta emoción no haya querido dormir siesta alguna. Ahora que ya pasan quince minutos de las ocho de la noche, su padre intenta dormirlo tras la gran hazaña (y ración doble de potito y leche) mientras su madre intenta apaciguar una enorme contractura en la espalda.
Siguen pasando los meses y cada día sigue sorprendiéndonos el pequeño Álvaro con gestos, inquietudes y reacciones. Su miradita de pillastre lo vende como un futuro gamberrete. Los avispados ojos como un tío despierto y vivaz. Su cuerpecillo ágil e inquieto como un puro nervio lleno de curiosidad. No vamos a aburrirnos en los años que vendrán, qué duda cabe.
El orgullo de sus padres sigue hinchándose como un pavo real cuando agarra uno de sus pequeños libros, se sienta y comienza a hojearlo. Bien a veces las páginas cuelgan boca abajo, pero es tan tierno ver el interés que le pone, cómo pasa las hojitas (no siempre de una en una, para qué mentir) y qué decir de cómo busca con sus deditos los detalles de los personajes ilustrados... Ay.
Intento dejar siempre a su alcance libros que no pueda romper ni que le puedan hacer daño. Sobra detallar aquí que los libros con pestañas frágiles o páginas finas (fácilmente rompibles) quedan fuera de su alcance para leerlos sólo con atenta supervisión de sus papis para evitar mordiscos de páginas y tirones en las solapas. Uno de los últimos en llegar a su rincón de lectura es "¡Juega con la mariposa y sus amigos!", de la colección Dedos mágicos de Bruño. Este volumen resulta muy cómodo para los pequeños por su tamaño manejable y formas redondeadas (siempre hay que llevar mil ojos con las esquinitas y filos: la primera herida de guerra del pequeño fue con la página de un enorme libro). La forma de una mariposa marca el diseño total del libro, cuyas tiernas ilustraciones han llamado rápidamente la atención de Álvaro.
Aunque no sabe reproducir los sonidos de los animales ni tampoco nombrarlos como hace mi sobrino G. con cada uno de los animales de Noé, Guisantito mira atentamente cualquier bicho a su alcance, ya sea ilustrado o real. En este título de Dedos mágicos encontramos mariquitas, caracoles, un gatito, un perro monísimo, abejas mayas, un pez, una oveja, un gallo con su pollito, un simpático mono y un redondo elefante. Todos y cada uno de ellos aparecen ante el pequeño lector con formas suaves y dulces sonrisas. Pero lo que más llama la atención de los pequeños y diferencia a esta colección son los troqueles de forma circular que aparecen en cada una de sus páginas. El padre habrá de colar uno o dos deditos por ellos para simular el movimiento de orejas de perro o antenas de las abejitas, la trompa del elefante o la cola del gatito.
Miren siempre la edad recomendada de los libros que regalen a sus hijos para que no les pase como a mí y se queden sin dedos con algún título para niños de a partir de 18 meses. Álvaro ha pensado que era más divertido tirar de las antenas y orejitas de los animales con toda su fuerza en vez de escuchar lo que cuenta cada animal. En efecto, aún me duele el anular derecho. No subestimen la fuerza de sus pequeños lectores, pero gocen con libros tan divertidos como éste, que tanto juego pueden dar. Con los troqueles pueden asomar un ojo, la lengua, la nariz y les aseguro que los niños se partirán de risa e intentarán imitarles, aunque no hayan cumplido aún el año.
Hoy de fondo, la primavera en la voz de Eva Cortés y el impecable piano de Pepe Rivero.