Regresando a escribir tras una semana muy pesada y un reparador, aunque corto para mi gusto, descanso, vengo a compartir sobre lo que para mí ha significado la semana santa a lo largo de mi vida y cómo ha llegado a influir en ello mi educación católica y un montón de pensamientos que habitaban mi mente y que muchos católicos podrían definir como peligroso.
Pues bien a lo largo de mi infancia he tenido contacto con personas que vivían el catolicismo y otras religiones de diferentes maneras, lo cual me ayudó a formar un criterio acerca de la religión como un todo, y que a lo largo de los años ha ido madurando ajustando mis creencias a la realidad.
Por una parte mi familia, mi madre aparentemente fue testigo de jehová en algún momento de su vida, sus creencias y forma de pensar además de su Biblia (es la que usan los testigos) obviamente la delataron, pero nunca la he visto poner en práctica las otras actividades de ese grupo religioso. Por otro lado mi padre, que quien yo creo es ateo, aunque nunca lo ha querido admitir, siempre ha tenido respeto y a veces cree en ciertos fenómenos y atribuirlos a algo divino pero no llega más lejos en cuanto a "religiosidad".
Ellos, me inscribieron en un colegio católico, una extraña elección, justificada por ellos aduciendo que dichos colegios en mi ciudad eran los que ofrecían una mayor disciplina en los niños, sin tener que ser un colegio militar (me refiero a educación pública). Pues fue precisamente allí que me inculcaron la religión cristiana. Con el paso del tiempo, ya que soy una persona que pienso mucho y durante mucho tiempo a veces, no me sentí identificado con la religión católica. En un principio como todo niño, sencillamente obedecía a mis profesores que nos lideraban al rezar a la Virgen María y todo ello, pero luego me sentía un poco estúpido por decir la verdad. La religión católica y la manera en que era (y es) practicada por la mayoría de los creyentes, me resultaba extraña, contradictoria y a veces hipócrita. Me enseñaban en los mandamientos a nos adorar una imagen, sin embargo las iglesias estaban llenas de crucifijos, imágenes de la virgen María, imágenes de los santos (¿por qué rezarle a los santos?); también me enseñaron a no ser como el fariseo que se enorgullecía y enaltecía de ser un servidor del Señor, sin embargo las adoraciones por parte de muchos de los creyentes era exagerada.
En fin, no creía en ello, otras religiones tampoco me convencían (tal vez luego escriba otro artículo sobre otras religiones), Nunca creí en la evolución tampoco, pues me pareció aún más estúpido creer en ello(sin ánimos de ofender a quien crea en ella), desde mi niñez y hasta ahora acepto y creo en la existencia de un Dios, pero no me considero parte de ninguna religión, la vida me ha ido mostrando al igual que a la mayoría, que los antiguos preceptos en que se basan las religiones no son de demasiada ayuda en el mundo actual, basándonos en dichas reglas nadie podría ganarse la salvación.
No puedo decir si existe una religión verdadera, ni tampoco cuál es en caso de existir, creo que depende de cada quién encontrar su propia verdad si es que tiene la curiosidad y la voluntad de hacerlo. Mientras tanto pasé este viernes Santo como lo he venido haciendo desde que tengo memoria, una enorme reunión familiar con mucha y variada comida sin carne, según la tradición.