Cuando se habla de protesta no violenta, o protesta pacífica, es imposible no pensar en Gandhi. Hasta ahora las llamadas acciones de protestas pacíficas se caracterizaban por la resistencia pasiva y el rechazo absoluto a la violencia física /o agresiones.
Y digo hasta ahora, por que la narrativa pro palestina, exige al mundo un nuevo privilegio cimentado en el doble rasero y la falsedad. Ese nuevo privilegio pretende hacerse adalides de la protesta pacífica con comportamientos violentos-
( ¿Resistencia pacífica? )
Ahed Tamimi no es ninguna pacifista, no es un ejemplo a seguir, ni es ningun icono del comportamiento no violento, no es ejemplo de dignidad ni de valentía. No, solo es una niña absolutamente adoctrinada al punto de llegar a agredir a otras personas, todo ello en pos del delirante nacionalismo palestino, uno de los nacionalismos que, históricamente, ha demostrado ser de los más violentos del mundo. Una adolescente con el cerebro tan envenenado que se presta, sin pensarlo ni racionalizarlo, a ser usada como carne de cañón
No nos engañemos, ni permitamos que engañen al mundo, dar bofetadas y patear a otra persona son actos violentos incompatibles el pacifismo y la resistencia no violenta. Actos cobardes si consideramos que esas agresiones las perpetran, de forma intencionada, adolescentes conocedores en todo momento que no habrá respuesta por parte de la parte agredida (la parte israelí), como en el caso de Tamimi, enviada por sus familiares para tan poco elogiable acto.
Que Israel es un estado de derecho lo demuestra el hecho de que la violenta delincuente Tamimi, por desgracia, ya está en la calle para vomitar su odio, su antisemitismo y su proselitismo del terror por haber cumplido su ridícula condena.
Esperemos que no siga la senda de su admirada pariente, Ahlam Tamimi , y asesine a 13 inocentes en una pizzería y se enorgullezca por ello.