Las relaciones entre los países se desarrollan no sobre la base de la igualdad en el derecho, de la cooperación y de la ayuda mutua, sino sobre la base de dominación del más fuerte sobre el más débil.1
Rodolfo Quintero
Contexto geopolítico
En el marco de la contradicción unipolaridad/multipolaridad, se desarrolla la pugna entre potencias por mantener la supremacía del bloque hegemónico, liderado por los Estados Unidos. Esta situación ha desencadenado una guerra global por recursos estratégicos, iniciada en 1990 con la guerra del Golfo, contra Irak, que escaló en 2001 con la invasión a Afganistán y continuó con Libia y Siria en 2011, en un intento por controlar la región estratégica del Golfo Pérsico y ahondando en las tensiones históricas entre Oriente y Occidente. A partir del apoyo militar directo de Rusia a Siria, en octubre de 2015, y la caótica salida de las fuerzas estadounidenses de Kabul en 2020, se origina un cambio en la correlación de fuerzas en la región, enfrentando a los Estados Unidos contra los países árabes poseedores de importantes reservas de petróleo.
El genocidio continuado contra el pueblo palestino ha logrado, en esta escalada desde octubre de 2023, un consenso histórico entre las naciones árabes e islámicas, entre las que se encuentra Arabia Saudita, segunda reserva mundial de crudo (267 mil 162 millones de barriles), que ha sido desde los años setenta un aliado importante de los Estados Unidos, pero que entrará formalmente a los Brics en enero de 2024.
En 2018, Estados Unidos le declaran la guerra comercial a China, nación que constituye una amenaza a su hegemonía económica y con la cual mantiene una considerable deuda. Además, hay una tensión permanente por la conformación del bloque de países emergentes Brics en 2008 y su avasallante desarrollo comercial, que posiciona a China como el mayor exportador del mundo, siendo además el segundo mayor importador.
Los Estados Unidos le han arrebatado el mercado europeo del gas a Rusia, a través de la implementación de la guerra por proximidad desde Ucrania en febrero de 2022 y usando a la OTAN como brazo armado del bloque hegemónico. Simultáneamente, le aplican sanciones al gas ruso, lo que les ha permitido posicionarse como el primer proveedor mundial de dicho hidrocarburo, según el reciente informe de la Agencia Internacional de Energía. Sin embargo, Rusia, que parece estar ganando militarmente esta guerra, logra resistir el boicot económico al que ha sido sometida y continúa fortaleciendo su economía hasta consolidarse como el tercer mayor productor mundial de petróleo (9 millones 756 mil barriles diarios), de acuerdo con el informe anual de la OPEP.
En su intento por retomar el liderazgo en América Latina y el Caribe, los Estados Unidos profundizan la tensión Norte-Sur. En este complejo contexto geopolítico, Venezuela se configura en epicentro de todas estas contradicciones y posible escenario de guerra por proximidad desde Guyana.
Venezuela, posible escenario de guerra
Desde el triunfo electoral del comandante Hugo Chávez en 1998, las agencias de inteligencia estadounidense han trabajado para lograr el denominado «cambio de régimen», con intentos frustrados de golpes de Estado, paro petrolero, guerra económica, guerra por delegación desde Colombia, penetración paramilitar y violencia callejera hasta llegar al criminal bloqueo económico, que le negó a la nación con las mayores reservas de petróleo del mundo (303 mil 221 millones de barriles) el acceso al 90% de sus ingresos fiscales. Ante la imposibilidad de derrocar a la Revolución Bolivariana, para colocar al frente de su, hasta entonces, «más cercano y fiable proveedor de petróleo» a un gobierno al servicio de sus intereses económicos, la élite estadounidense se encuentra en un punto de no retorno, que la obliga al diálogo directo y a la flexibilización de las sanciones para salvaguardar su propia supervivencia.
Resulta que las más de 900 sanciones impuestas por los Estados Unidos desde el Decreto Obama (8 de marzo de 2015) a Venezuela también han impactado en los precios del combustible en el mercado interno estadounidense, disparando la inflación en su ya golpeada economía. Por esta razón, la administración Biden ha tenido que usar sus reservas, dejándolas en su nivel más bajo de los últimos treinta años. Debemos resaltar que se trata del país con el mayor nivel de consumo del mundo (20 millones 430 mil barriles diarios) y que, actualmente, solo cuenta con siete años de reservas estratégicas, siendo fundamental garantizarse, a corto plazo, el suministro de petróleo.
Apropiarse de la Guayana Esequiba y sus reservas petroleras, que alcanzan 11 mil millones de barriles, les proporcionarían a los Estados Unidos una ventaja en el actual escenario geopolítico y geoeconómico2, permitiéndole superar su actual crisis. Sin embargo, el venidero 2024 presenta un escenario electoral para el país del norte, donde la élite globalista se juega su permanencia en la presidencia. Es razón para ponderar la posibilidad de postergar un buen negocio para su complejo industrial militar, con un muy apetecible botín. Un escenario bélico en América Latina y el Caribe podría enrarecer aún más el escenario electoral y complicar su crítica situación económica.
No obstante, este 2024 también resulta electoral para Venezuela, un año donde la Revolución Bolivariana está obligada a avanzar aceleradamente con sus aliados continentales y estratégicos para impedir que este posible escenario de guerra le otorgue al decadente imperio estadounidense un respiro, que probablemente nos costaría la supervivencia de nuestro Estado-nación. Constituye Venezuela la posibilidad real de continuar debilitando al imperio más fuerte del mundo y acelerar su caída.
Anabel Díaz Aché
Fuentes consultadas:
1Quintero, R. (2021). La cultura del petróleo. Colección Bicentenario Carabobo. Caracas: Comisión Presidencial Bicentenario de la Batalla y la Victoria de Carabobo.
2Curcio, P. (2023), El Esequibo: una mirada geoeconómica. Mate Amargo. https://www.mateamargo.org.uy/2023/12/07/el-esequibo-una-mirada-geoeconomica/