La frase con la que titulo esta entrada no es mía, se la escuché un día a Gran Wiyoming en la cabecera de "El Intermedio" y me hizo gracia. Puede servir perfectamente para ilustrar el tema de hoy: los vaivenes económico-financieros y su repercusión en un pueblo como Ibi, alejado de los centros de decisión.
¿Cómo se viven en nuestro pueblo estos altibajos? ¿Cómo afectan a nuestra economía local las decisiones de los especuladores? No se como se sentirán los lectores, pero yo tengo la impresión de vivir en un gigantesco Casino, viendo a gente que no conozco apostar sin pausa, a la caza del dinero fácil, ganando y perdiendo millones todos los días mientras el resto de los mortales, incluyendo a muchos empresarios, hace lo que puede para llegar a final de mes.
Ayer por la tarde, en El País estaban exultantes: La Bolsa española registra la mayor subida de su historia con un 14,43%, noticia sin duda relevante a la vista de los sucesivos descensos de la semanda pasada en el mercado de valores nacional. Con apenas un fin de semanda por medio, hemos pasado del pesimismo a la euforia, aunque por medio haya tenido que existir una decisión política claramente intervencionista en los mercados (totalmente al revés de lo que predican los neoliberales, con Esperanza Aguirre o Montoro a la cabeza).
Y digo yo que si lo que ocurría la semana pasada era culpa de Zapatero, según la mayoría de los tertulianos, la subida de la Bolsa de ayer no creo que se deba a las declaraciones de Rajoy o alguna de su camarilla, más preocupados de echar leña al fuego, es decir, comparando a España con Grecia. El mundo se ahoga en un mar de deudas y cada minuto es decisivo, más aún cuando las economías no producen ni para pagar los intereses.
Alguno de estos politiquillos españoles, que no ven más allá del horizonte de las próximas elecciones generales, debería darse una vuelta de cuando en cuando por los polígonos industriales de pueblos como Ibi. Percibiría el desazón de muchos empresarios que jamás especularon, pero son víctima de la fortaleza del euro frente al dólar y no pueden exportar casi nada; empresarios que no pueden tener una tarifa cerrada debido a las subidas y bajadas del precio del plástico; empresarios de las artes gráficas y el embalaje a los que no llega cartón porque dos o tres multinacionales tienen copado el mercado mundial de la celulosa para pasta de papel.
Va siendo hora de que los empresarios ibenses tomen conciencia de su débil posición en el contexto económico actual. Acaso queda alguno que no se sienta como una especie de pelele, zarandeado por unos y por otros. Por cierto, la Banca (incluyendo a las Cajas de Ahorro) siguen con el grifo del crédito cerrado, y la suerte que tienen algunas empresas es que no se están poniendo en marcha todos los procedimientos de ejecución que se podrían poner, porque las entidades financieras, conscientes de su responsabilidad en este estallido de la burbuja, están aceptando condiciones de refinanciación auténticamente impensables hace un año, a la espera de que el ICO vaya absorbiendo sus activos tóxicos.
Y todo este desbarajuste acaba afectando irremediablemente a los Ayuntamientos, de los que con razón se ha dicho que son la hermanita pobre de la administración. Las Haciendas municipales sufren las consecuencias de la falta de liquidez, pues muchos ciudadanos no pueden atender puntualmente el pago de sus impuestos (en el orden de prioridades está antes la comida que el Impuesto de Bienes Inmuebles), aunque existan Ayuntamientos en España que parecen no darse cuenta.
Leo en . No me gustaría estar en el P.D.:Las Provincias, diario poco sospechoso para los de derechas (como lo era El Mundo hasta hace unos meses) un artículo titulado ¿QUE DEMONIOS PASA EN IBI? con párrafos tan suculentos como estos: "En un cortísimo espacio de tiempo se ha pasado de la placidez a la confusión y a la incertidumbre. Dicen los que conocen los intríngulis de la política ibense que todos estos hechos tienen una única causa: la sobredosis de poder por un empacho de mayoría absoluta. ... Además de indignar a la oposición, la forma de gobernar de Mayte Parra -a caballo entre el personalismo y el populismo- ha provocado fuertes divergencias con sus propios compañeros de partido. Las tensiones han sido tan fuertes, que la final han acabado por salir a la luz"pellejo del periodista que se atreve a decir esas cosas de esta alcaldesa.