Poesía inédita de Luis Hernández Alfonso, escrita pensando en su hija, María de la Consolación Hernández Rodríguez (1931-2003), y fechada en la Cárcel de Baza el 16 de mayo de 1939. Su primer verso parece responder a la inquietud sobre el paradero de la niña, que el poeta había manifestado seis días antes en su composición No sé nada de ti, cuando quisiera, lo que permite pensar que para el 16 de mayo ya había recibido noticias —acaso una carta— de su hija y su esposa, que se habían mudado a Valencia a finales de 1936 y que se hallaban ya, sanas y salvas, en Madrid. El manuscrito autógrafo a lápiz de esta poesía, junto con dos copias mecanografiadas coevas, se conserva en el archivo familiar, y ha sido fotografiado por la profesora Aurore Ducellier, a quien va toda nuestra gratitud.
Ahora sé dónde estás, que no me olvidas;
que las mágicas horas compartidas
viven en tu memoria;
que es común nuestra historia
y las rutas de luz no están perdidas.
Conforme el tiempo avanza
más fuerte y más tenaz es mi esperanza
en un cercano bienestar futuro.
Del crepúsculo oscuro
han de surgir auroras de bonanza.
Ánimo, pues. Que el corazón levante
su voz, más poderosa cada instante,
sincero y animoso.
En el caso peor, siempre es hermoso
vivir pigmeo y perecer gigante.
Cárcel de Baza.
16 – V – 39
Fotografía: Aurore Ducellier.
Fotografía: Pablo Herrero Hernández.