¿A qué estuve esperando? ¿Por qué me quedé callado aquel día cuando quería gritar? ¿Por qué me rendí tan pronto cuando aún me quedaban fuerzas? ¿Por qué pesó más hacer lo correcto que hacer lo que realmente sentía? ¿Por qué fue más importante dar una buena imagen que dar un buen abrazo? Estaba en la vida, sí. Pero con los ojos cerrados. Tanteándola a ciegas. Había olvidado qué era lo realmente importante para mí.
Soy un tipo normal y voy a morir. Eso es algo que ocurre a diario y no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Pero no me quiero conformar. Ahora sí, tengo los ojos abiertos y recuperaré el significado de las palabras ‘te quiero’ entre mis amigos. Puedo ver que la vida no es algo que nos pertenezca. No se trata de vivirla como si se acabara el mundo, pero si hoy fuera el último día de mi vida… ¿estaría contento de cómo he vivido? Se acabó el sobrevivir. La vida es un regalo que debemos agradecer y sentir plenamente. Mi vida ya no es mía, pero ahora empiezo a vivir.
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