Un pionero experto en inteligencia artificial afirma que en un futuro próximo, las máquinas tendrán más capacidad que el hombre y abandonarán este planeta en busca de acomodo lejos del sistema solar.
No cuestiono la posibilidad de que un ordenador tome decisiones, diseñe aeroplanos o vehículos espaciales y pueda hacer la limpieza de la casa, lo que me preocupa es la imposibilidad de que se vuelva loco. Es una maldita máquina. Muchos genios a lo largo de la historia, han sido ilógicos, cometido locuras o realizado obras de arte bajo el efecto del tetrahidrocannabinol o el alcohol etílico, y eso es algo que una máquina no hará nunca porque no puede sentir. No puede estremecerse al ver la Piedad de Miguel Angel o interpretar la enigmática sonrisa de la Gioconda, aunque sea capaz de mantenerse en reposo durante el tiempo suficiente para viajar a otra galaxia o su memoria sea tan exacta como vasta. Aunque no se muera mientras le llegue un poco de energía eléctrica. Pese a resucitar tras una alimentación interrumpida. No se enamorará nunca ni morirá por defender a sus semejantes. La generosidad, el amor, la locura, la imperfección son patrimonio de nuestra especie y nos han llevado hasta aquí; no llegarán más lejos los androides por tener más memoria o más velocidad de proceso. La incertidumbre y la genialidad no tienen medida, los gigas de memoría, sí.