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Aida Davinia: “La poesía siempre tiene algo que decir cuando no somos capaces de articular palabra”

Publicado el 15 junio 2017 por Vivelibro @infoviveLibro
Nuestra autora Aida Davinia no solo disfruta al máximo de este género, para Aida la poesía es una necesidad y Sempiterno es un libro autobiográfico que nuestra autora se decidió a publicar para enseñar mostrar a todos los que tenga su poemario entre manos “trocitos de mí” como ella misma asegura.
En este libro Aida nos da las llaves para que nos sintamos como en casa con su poesía. Ella misma nos lo cuenta en la entrevista que os dejamos a continuación.
Aida Davinia: “La poesía siempre tiene algo que decir cuando no somos capaces de articular palabra”
viveLibro (V): ¿De dónde surge tu necesidad de escribir?
Aida Davinia (AD): Creo que la pregunta no podría haber sido más acertada en éste caso. Es cierto que por una parte escribo por placer, porque disfruto haciéndolo. Pero también me atrevería a decir que en mi caso fue una necesidad totalmente. Siempre me he considerado una persona bastante hermética en cuanto a mis sentimientos. Unos me han tachado de fría, yo lo llamo instinto de supervivencia. Y digamos que un día empecé a llevar una libreta y un bolígrafo siempre encima y empecé a descubrir cosas de mi misma como nunca antes lo había hecho.
V: ¿Es Sempiterno un libro autobiográfico?
AD: Sempiterno es principalmente un libro autobiográfico. Abarca desde momentos que he vivido, personas que he vivido, personas en las que me habría gustado quedarme a vivir, miedos a los que me he ido enfrentando y otros a los que me gustaría vencer, despedidas de aeropuerto, abrazos que di a tiempo y otros que desaproveché, etc. Pero también incluye historias de personas de mi entorno (siempre sin dar nombres, claro). Como digo en la introducción, es un repaso “sobre mis pasos (algunos más firmes que otros)”.
V: ¿Cómo definirías tu poesía?
AD: Supongo que habrá gente que considerará que no es poesía, otros se sentirán identificados y espero que les sirva de abrazo. Pero si tuviera que definirla en una palabra, sin duda, elegiría “real”. Creo que no hay otra manera de hacerlo, porque me he abierto en canal en todo lo que he escrito, tal vez sin ser consciente de que podía quedarme totalmente desnuda una vez pasara a estar en otras manos que no fueran las mías. Siempre creeré que la mejor manera de llegar lejos, es ser fiel a uno mismo, y creo que lo he hecho (o al menos lo he intentado).
V: ¿Por qué te animaste a publicar?
AD: Me pasé miles de noches leyendo en mi habitación. Días enteros en los que mi lamparita de noche y un buen libro eran el mayor momento de paz para mi. Y luego llegaron los días en los que empecé a escribir sobre mi, a romper mi coraza. Y decidí ir enseñando trocitos míos, y vi que había gente que se sentía igual de rota o de feliz que yo. Empecé a recibir el apoyo de grandes personas que he ido conociendo gracias a la poesía, como es el caso de Iago, el chico de mi prólogo, al que jamás podré agradecerle del todo que haya sido tan incondicional. Empecé a ir a recitales, que empezaron a remover cosas preciosas dentro de mi y estando de visita en Madrid, no pude evitar las ganas de lanzarme a la piscina con todo. Y a día de hoy, no puedo sentirme más feliz por ello.
V: ¿Qué tiene la poesía que nos fascina tanto?
AD: Creo que la poesía tiene todo lo que a veces nos falta. Siempre tiene algo que decir cuando no somos capaces de articular palabra. Siempre tiene un beso de película en cualquier andén. Un café en el bar que solíamos visitar cuando éramos niños. Un abrazo de bienvenida. Una palmadita en la espalda cuando todo nos pesa un poquito más. Creo que la poesía es el pie sobre el que deberíamos caminar todos para que la vida duela un poquito menos, y baile un poquito más.
V: ¿Qué les dirías a los lectores para animarles a leer Sempiterno?
AD: Les diría que no soy Lorca, ni Benedetti y que ni siquiera sé si soy poeta, pero me he dejado la piel en cada mancha de tinta, en cada verso a medianoche, en cada corte que me hice al pasar página para seguir escribiendo siempre un poquito más. Les diría que no lo lean si llevan los bolsillos llenos de miedo, porque aquí hay mucha alegría, pero muchas heridas que escuecen también. Pero sobretodo les diría que pasen y vean, que la puerta está siempre abierta, que se dejen morder, por cada esquina, por cada huella, por cada cicatriz que no curé bien. Les doy mi llave, que se sientan como en casa, que a las visitas aquí, se las trata muy bien.

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