Aokgahara, conocido como el bosque de los suicidios, que se encuentra en Japón, no es conocido por su belleza natural sino, porque personas desesperadas se introducen en la vegetación espesa para terminar con sus vidas.
Este lugar siniestro tiene su historia que dice, que durante la segunda guerra mundial, los familiares pobres abandonaban en el bosque a sus ancianos, niños o personas con discapacidad por no poderlos mantener económicamente. Por esta razón, se cuenta que las almas atormentadas de todas estas personas se encuentran muy presentes en este lugar.
Es allí, donde Aiko quiere llegar. Su desesperación y frustración no la dejan pensar claro, producto del desencanto que ha sufrido por un amor no correspondido. Por ello,decide continuar con su plan.
Llega a su apartamento, desencajada, confundida, se acerca al teléfono en un intento de pedir ayuda, pero cae en cuenta, que le dedicó tanto tiempo a Hashiro que se alejó de todos.
Muy temprano en la mañana emprende su tormentoso viaje, en el trayecto vienen a su mente recuerdos de su infancia, el olor de su dormitorio, la imagen sonriente de sus padres, su primera maestra, su primer amor y así se convirtió en un bombardeo de imágenes que venían una detrás de otra.
De pronto, cuestionó su actuar, a pesar de lo dolida que estaba, llegó ese pensamiento reflexivo, y se preguntó, ¿por qué se encontraba en esa situación? Sin embargo decidió continuar.
El taxista llegó muy cerca del lugar, el hombre que intuía le dice:
-No sé por lo que estas pasando, pero cual sea tu motivo la vida es un regalo ( todos en Japón conocen la historia de ese lugar y el porque personas deciden acercarse allí).
Ella salió del auto un poco sorprendida por el mensaje de aquel hombre, pero continuó caminando, mientras se iba acercando al bosque, éste emanaba una cantidad de sensaciones y emociones ( tristeza, llanto, melancolía).
A medida que iba entrando poco a poco, se podía observar las flores cerca de algunos árboles, las cuales eran colocadas por el familiar de algún ser querido.
Frascos de pastillas, cuerdas colgantes, todos utilizados por personas que estuvieron allí y no salieron nunca más, bien sea por decisión o porque se perdieron.
La atmósfera se sentía pesada y enrarecida, el sonido del viento chocaba con las hojas de los árboles y a medida que iba explorando todo aquello a su paso, quedó frente a un cartel que decía “ Tu vida es un regalo, apreciala”, esos mensajes eran colocados por asociaciones en contra del suicidio y los ubicaban para persuadir a la persona.
Un llanto desesperado salió de ella, al mismo tiempo que llevaba sus manos al rostro, fue cuando decidió regresar. No se perdió porque mientras caminaba en el bosque amarraba cintas azules en los troncos de los árboles para marcar el camino.
Su mayor sorpresa fue que al salir de aquel encuentro con la muerte, visualiza el taxi que la había llevado. Se acerca a la ventana del auto y éste le dice:
– suba la estaba esperando.
– Sabía que la cordura volvería a usted.
Con cierta verguenza abre la puerta y se sienta en la parte de atrás, diciéndole: ¡ gracias!. Aquel hombre misterioso que parecía un ángel, la mira fijamente y le dice: Sólo tú te puedes dar el valor que mereces. Cuanta razón tenía, no podía cometer tan terrible error.
Mientras el auto recorría el regreso a su hogar, se perdía en el paisaje que le proporcionaba el viaje. Al llegar, baja del auto nuevamente diciendo ¡gracias! El hombre sonríe suspicazmente y le dice:
– Nos vemos pronto.
Aiko queda pensativa sonríe y sube, una vez dentro coloca parte de su ropa en el perchero que queda justo al entrar y decide tomar un té para reponer fuerzas y ánimo, ya con la taza en la mano se sienta, respirando suavemente tratando de recomponer sus pensamientos y evocando ese proverbio japonés que dice: “ El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”.