Una de las cineastas emergentes más importantes del panorama cinematográfico actual Ainhoa Rodríguez se encuentra con jóvenes cineastas de la escuela en la que ella estudió la diplomatura en Dirección de Cine y Realización de Televisión dentro del marco del Festival de San Sebastián.
En este encuentro, la cineasta ha expresado que al final, una película que se ha hecho desde lo local es “la clave para hacerse internacional” en relación a su ópera prima, Destello bravío, que ha inaugurado el Festival de cine de Rotterdam y ha sido premiada en certámenes como el Festival de Burgas en Bulgaria, en el ShorTS de Italia, en Abycine Lanza, mercado del Audiovisual Independiente, en el Festival Internacional de Cine de Vilnius, en el festival de Tarragona, en el de Gijón o en el Festival de Cine de Málaga, donde ha conseguido el Premio Especial del Jurado y la Biznaga al mejor montaje. Ahora en San Sebastián presenta la película en la sección Made in Spain.
“Hay una nueva generación de directores que estamos más en los límites de lo industrial, que vamos hacia un cine más pequeño, a un universo más personal. A veces, en España, nos quedamos en nuestro país y atendemos a lo que está teniendo importancia dentro del mismo, pero es muy importante salir y tener una ambición de que tu película recorra festivales y que seas conocida como autora en el circuito internacional” ha argumentado Rodríguez, quien ha expresado que antes, a nivel industrial “no estábamos tan pendientes de los autores que estaban fuera en el universo de los festivales”. “Creo que un ejemplo es haber estado en Rotterdam con Destello bravío y en el Festival Málaga en sección oficial, con una película que, a priori, no sería para sección oficial en Málaga, que digamos que es un cine más comercial. Esas cosas están cambiando y son muy interesantes para tener en cuenta”, ha añadido.
“La verdad que yo tenía muchas ganas de hacer mi primera película en un pequeño pueblo y de hacerla con actrices y actores naturales porque me daba la sensación de que me iban a dar una materia prima que es la autenticidad”, ha indicado la artista, que también está nominada al premio Dunia Ayaso, que otorga la Fundación SGAE dentro del festival de San Sebastián y que reconoce la mirada de género en el séptimo arte.
“La verdad que yo tenía muchas ganas de hacer mi primera película en un pequeño pueblo y de hacerla con actrices y actores naturales porque me daba la sensación de que me iban a dar una materia prima que es la autenticidad”
“Una película tiene, no solamente el poder transformador del visionado, el viaje que acometes con el espectador, sino también te das cuenta cómo el cine es curativo y puede transformar, en este caso, una pequeña gran sociedad, este pueblo y los pueblos aledaños. Las mujeres que protagonizan la película siempre me dicen que les ha cambiado la vida, una de ellas me contaba cómo su vida sigue siendo la misma, pero por dentro ha habido una revolución, algo ha cambiado en ella o cómo otra, que era muy recta, muy rígida, dice que la película le ha curado diez años de depresión de golpe”, ha explicado.
«El cine es curativo y puede transformar»
Respecto a los nueve meses de trabajo que realizó en Puebla de la Reina donde rodó la película, la directora ha afirmado que una directora o un director tiene que saber desprenderse de material, aunque les haya costado mucho rodarlo. “Ese vínculo emocional es uno de los procesos de madurez fílmica y creativa. Es básico saber lo que funciona y lo que no”, ha añadido.
Influencia de su amplia formación en su forma de hacer cine
“Empecé con el doctorado, el máster y luego con la tesis, no porque quisiera ser docente, sino porque tenía la intuición de que era la forma de seguir mejorando como directora y proveyéndome de herramientas para ser mejor directora de cine. Y, efectivamente, aprendes rodando, equivocándote, volviendo a rodar, en la sala de montaje, pero aprendes analizando a los grandes y las grandes plano a plano”, ha asegurado.