Es evidente que en España la eficiencia energética en la edificación y el aislamiento térmico empieza a valorarse, aunque haya sido a base de imposición normativa. La realidad es que en todo proyecto, venta o alquiler de edificios ha de haber un certificado energético. A pesar de ello, de momento, el reflejo en la calidad real de los edificios es limitada, ya que se ha entendido dicho certificado como un simple trámite y no como lo que es: una fuente de información “como la copa de un pino”.
Pero no es de certificados energéticos ni de eficiencia energética ni de ahorro de lo que quiero hablar… sino de aislamiento térmico y su verdadero potencial como facilitador de confort en cualquier vivienda. Y es que cuando hablo de aislamiento térmico con clientes, compañeros o amigos suele pensarse en él como una herramienta para el ahorro energético y, en definitiva, económico. Pero suele olvidarse que una vivienda correctamente aislada (y os adelanto que no me refiero a que tenga muuuucho aislamiento) ofrece una estabilidad térmica y un bienestar en su interior que se nota… y mucho.
La diferencia radica en que la vivienda correctamente aislada tiende a estar a una temperatura estable sin grandes saltos térmicos ni diferencias de temperatura entre unas zonas y otras que al final acaban provocando incomodidad. Un aislamiento térmico equilibrado previene esas diferencias de temperatura entre suelos, paredes y techos de un mismo espacio que generan esa habitual sensación de pies fríos, malestar e incluso humedades de condensación.
El aislamiento térmico justo y necesario
Y cuando hablo de un aislamiento térmico equilibrado me refiero a que no se trata de añadir mucho aislamiento , sino de añadirlo donde hace falta y sobretodo, no dejar de ponerlo en puntos clave (que suelen ser olvidados) por donde el intercambio térmico con el exterior no es evidente a primera vista, pero acaba siendo determinante para el confort interior. Además para poder optimizar el aislamiento térmico que se coloca en un edificio es necesario analizar pormenorizadamente su comportamiento y su forma respecto a la radiación solar y los vientos dominantes.
Porque sólo un buen diseño pensando en la radiación solar recibida y la consecuente colocación estratégica de aislante térmico nos asegurará el confort térmico en el interior y “ya de paso” el ahorro energético y económico que, al fin y al cabo, todos buscamos.
flickr: simone riccardi