Revista Sociedad
No se puede refutar de modo concluyente una teoría, pues puede que el error se encuentre tan sólo en alguno de los elementos que la constituyen
«El enunciado “Todos los cisnes son blancos” queda indudablemente falsado si se puede determinar un caso de un cisne que no sea blanco. Pero las ilustraciones de la lógica de la falsación ocultan una seria dificultad del falsacionismo., que procede de la complejidad de cualquier situación real de prueba. Una teoría científica real constará de un conjunto de enunciados universales y no de uno solo como “Todos los cisnes son blancos”. Además, para comprobar experimentalmente una teoría, habrá que recurrir a algo más que a los enunciados que constituyen la teoría sometida a prueba. Habrá que aumentar la teoría mediante supuestos auxiliares, tales como las leyes y teorías que rigen el uso de cualquiera de los instrumentos utilizados, por ejemplo. Además, para decir una predicción cuya validez se haya de comprobar experimentalmente, sería necesario añadir condiciones iniciales tales como una descripción del marco experimental. Por ejemplo, supongamos que se ha de comprobar una teoría astronómica observando la posición de algún planeta a través del telescopio. La teoría debe predecir la orientación que ha de tener el telescopio para ver el planeta en un momento determinado. Las premisas de las que se deriva la predicción incluirán los enunciados interrelacionados que constituyen la teoría sometida a prueba, las condiciones iniciales tales como las posiciones previas del planeta y del Sol, supuestos auxiliares como los que permiten hacer correcciones que tengan en cuenta la refracción de la luz desde el planeta en la atmósfera de la Tierra, etc. Ahora bien, si la predicción que se sigue de este montón de premisas resulta falsa (en nuestro ejemplo, si el planeta no aparece en el lugar predicho), entonces todo lo que la lógica de la situación nos permite concluir es que al menos una de las premisas debe ser falsa. No nos permite identificar la premisa que falla. Puede que lo que falle sea la teoría sometida a prueba, pero también puede ser que el responsable de la predicción incorrecta sea algún supuesto auxiliar o alguna parte de la descripción de las condiciones iniciales. No se puede falsar de manera concluyente una teoría porque no se puede excluir la posibilidad de que la responsable de una predicción errónea sea alguna parte de la compleja situación de comprobación, y no la teoría sometida a prueba».
(A.J. CHALMERS, ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, cap. 6, III. Trad. E. Pérez Sedeño. Siglo XXI, Madrid, 1982, pp. 94-95).