Triple mortal con tirabuzón
Que un negro literario, explotadísimo por el novelista de más éxito del país, se convierta de la noche a la mañana en aprendiz de detective, cambiando la figura de las letras por la de las investigaciones, es un salto narrativo casi sin red, un triple mortal hacia atrás con un tirabuzón que se extiende durante toda una novela. Si además ese salto se adereza con el sarcasmo más cáustico, la crítica de una sociedad futura de la que no andamos nada desencaminados, y una prosa afiladísima e ingeniosa, comprenderán los lectores que estemos ante una figura literaria que no dejará indiferente a nadie.
Esa figura es el aguileño Juan Soto Ivars, que con su tercera novela se ha alzado con el último premio de novela Ateneo Joven de Sevilla, dejando ente el jurado una correntera de aire fresco del que todavía se debe de estar recuperando. Y es que esta novela no da un respiro, al ínclito y melifluo autor Vélez de Pucela le sustituirá el dandy mujeriego Marcos Lapiedra; ambas figuras acogieron bajo su seno al narrador de esta historia, cuya identidad él se encarga muy bien de mantener oculta, y ambos le ofrecen un camino de peculiares enseñanzas, cual si de un Lázaro futurista se tratase. El problema es que nuestro protagonista aprenderá muy rápido, y luego ya no será fácil manejarle.
Cuando el detective Lapiedra padezca el desánimo y las primeras dentelladas de la vejez, su aprendiz se hará con la novela, y se empeñará en desentrañar el caso que llevó de cabeza al maestro: el de las prostitutas estranguladas. Es en ese momento, en el último tercio de la novela, cuando Soto Ivars despliega aún más su potencia narrativa, y además del humor y la sátira demuestra también que conoce a la perfección el oficio del buen novelista y los resortes más arcanos del género. Eso sí, es muy recomendable aguantar la respiración hasta el final.
Ajedrez para un detective novato. Juan Soto Ivars.Algaida. Sevilla 2013. 373 páginas. 19 euros(LA VERDAD, "ABABOL", 28/12/2013)