Son fechas llenas de significado para Japón. Estos últimos días se ha celebrado el 71 aniversario de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, y el lunes 15 de agosto el país conmemorará el final de la II Guerra Mundial y su propia rendición. Este momento ha elegido el emperador Akihito para pedir de manera indirecta un cambio en la legislación que le permita abdicar en su hijo.
Su renuncia directa no sólo habría sido ilegal, pues no está contemplada en la ley, sino que además habría sido considerada una intromisión discordante con el perfil apolítico que debe conservar el que ostenta este cargo. En su sutil, aunque clara demanda, el Emperador señalaba que su débil estado de salud y su edad podrían dificultarle el cumplir con su deber como quisiera.Aunque ha sorprendido en un primer momento a muchos japoneses, la petición no ha tenido mala acogida entre la población, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ya ha declarado quetomará muy en serio las palabras del Emperador.