Revista Cultura y Ocio

Al acecho, de Noemí Sabugal

Publicado el 14 julio 2014 por Xula

Al acecho, de Noemí Sabugal Al acechoNoemí SabugalISBN: 9788498778281Formato: Tapa dura– 440 Pág.Editorial: Algaida
En marzo de 1936 Madrid es una ciudad convulsa tras la reciente victoria en las elecciones del Frente Popular. En un céntrico callejón aparece una niña de catorce años estrangulada, cuyo cadáver muestra un decoro inusual: un lazo perfecto en el cabello, las manos cruzadas sobre el pecho, el vestido bien estirado sobre las piernas rígidas. Y no será la última. Julián Fierro, inspector del cuerpo de Investigación y Vigilancia, se enfrentará a estos casos de asesinato en una ciudad crispada, donde los atentados y enfrentamientos son el preludio de un inminente golpe militar. 
A veces, dejar pasar el tiempo hasta empezar una novela puede ser un punto a favor. Porque es posible que coincidan, como me pasó, varias reseñas muy positivas que te crean expectativas. Si lo coges en ese momento y luego no te gusta tanto, malo. Para mí el instante perfecto es aquel en que alguien te dice que no le ha convencido del todo. Porque entonces es cuando sabes que debes formarte una idea propia.
Para mí, Al acecho es una novela que hay que coger teniendo en mente dos ideas: género y ambientación. Porque no es ni lo uno ni lo otro lo que la definen como obra, sino una combinación de ambos. Porque no es una novela negra que podamos leer pensando en un caso con resolución, ni una historia que nos cuente la visión del Madrid en los meses que estalló la Guerra Civil.
De hecho, su trama pierde la gracia sin la ambientación, y la ambientación la pierde sin la trama. Creo que casi todos estamos cansados de leer novelas historias de este periodo. Y novelas negras hay a patadas, la verdad. Por eso me ha gustado la combinación entre ambas y la esa forma pausada de llevarlo.
El protagonista indiscutible es el inspector Fierro, que acapara toda la atención. Y resulta ser un personaje un tanto peculiar, porque en una España donde parece que eres fascista o republicano, él no es nada. No cree en nada, ni en nadie. No toma partido, ni le interesa el mundo más allá de lo esencial. Así que es frio y distante, aunque no sabemos muy bien porqué.
El hecho de ir ahondando su psicología, su pasado y sus razones; adquiere mucho peso dentro de la novela. Pequeños fragmentos de recuerdos se van colando en la narración donde vamos definiéndolo a la vez que lo acompañamos en su oscura vida. Y personalmente a mi me ha gustado, a pesar de que no creo que sea un personaje por el que debamos sentir verdadera simpatía. Yo me he encontrado comprendiéndolo, aunque no aceptándolo. Porque aunque no lo reconozca, en su acciones hay mucho de dolor, de sufrimiento y un escudo protector mezcla de apatía y cismo. También veo ira contenida contra el mundo y posiblemente contra sí mismo. Quizá lo que sienta por el sea pena, aunque seguramente él no la aceptaría de ningún modo.
No es de extrañar que precisamente por esto, el ritmo de la novela sea bastante pausado y en ocasiones la propia trama criminal quede en un segundo plano. En ese sentido adquiere un corte bastante clásico, sin avances trepidantes que nos lleven de cabeza al asesino. Es cierto que eso puede echar para atrás a aquellos que lleguen a Al acechobuscando una historia trepidante, incitados por la descripción de unos asesinatos macabros. La resolución es lenta, como es lógico pensar en un periodo en el que no existía la identificación por ADN, y en el que poco importan unas niñas cualesquiera frente a un conflicto bélico inminente.
Mi opinión quedaría coja si no recalcara la gran labor de documentación realizada, incluyendo en ocasiones alguna imagen de periódicos de la época. Todos sabemos los hechos históricos, aunque pocas veces leemos sobre la verdadera sensación en las calles. El miedo, el caos, la inseguridad y la incomprensión. Eso es lo realmente logrado y merece destacarse. Y no esperéis que se tome partido por ningún bando, porque no lo hará. Al igual que Fierro intenta permanecer imparcial en un momento en el que casi se exige pertenecer a algún lado, no nos va a analizar los hechos concretos que desencadenaron la situación, sino la evolución de las calles, del Madrid normal y corriente.
Puede que mucho lo aporte la prosa, casi poética de Noemí Sabugal. Donde muchas veces toman el control las sensaciones en lugar de las acciones, y nos vemos metidos de lleno. No es una lectura ágil en el sentido de que las páginas vuelen sin remedio, pero a pesar del gran uso de metáforas y realidades veladas, no existe una sensación de estancamiento que nos impida seguir leyendo. Querer saber más, conocer más y sentir más.
Y casi al final, es donde entra el ligero conflicto de impresiones que me generó la novela. Por eso la he dejado reposar un par de semanas e imparcialmente puedo analizarlo desde dos puntos. Por un lado, la propia resolución del caso me ha parecido un poco… floja. Floja en el sentido de que lo vi venir, que era algo relativamente predecible, incluido la ultima especie de giro antes de llegar al asesino. Aunque lo que realmente no me vi venir fue el verdadero final, el desenlace de la novela. Muy a pesar de que creía haber entendido a Fierro, al final resultó ser más complejo de lo que esperaba. Así que ha sido un punto a favor por uno en contra: quedamos a pre.
Y para variar un poco, en lugar de concluir con un resumen de mis impresiones, lo dejo con el poema que da nombre a la novela y la define:
He regresado al tigre. Aparta, o te destrozo. Hoy el amor es muerte, y el hombre acecha al hombre.El hombre acecha de Miguel Hernández

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