Hace mucho tiempo, en una tarde del 81, sentí un miedo de esos que son tan grandes porque son por todos.
Hace mucho tiempo, pero menos, sentí miedo por mí, por si mi compañero del alma, de vida, de aventuras y desventuras, elegía "tirar la toalla". Pedí callada y sobrecogida ante la muerte: quiero que no me abandones, amor mío, al alba. Y no lo hizo.
Hoy (y muchos más días antes de hoy) vuelvo a sentir esa especie de inquietud que no responde a nada.
Que se acaba un mundo. Tengo la suficiente memoria como para recordar lo que se siente cuando un mundo amenaza con terminar......... y comienza otro.
Ésta entrada me la tenéis que perdonar, por favor. Me la debía a mí misma aunque estoy segura de que no soy la única que ha sentido estas cosas susurrando en el cuello.