Revista Comunicación

Al asalto de TVE

Publicado el 26 septiembre 2011 por Felipe @azulmanchego
EN LOS MANUALES del periodismo ideal, los políticos no presionan a los periodistas y los informadores no permiten ese tipo de injerencias. En la vida real, en cambio, esto no ocurre exactamente así. Más bien al contrario. Conscientes de su poder, incluso económico, los políticos de turno con capacidad para ello, no se andan con chiquitas a la hora de enredar, mangonear y, llegado el caso, imponer su criterio. Con frecuencia, con demasiada frecuencia, siempre hay medios, públicos y privados, más papistas que el Papa, dispuestos a ser meros transmisores, cuando no portavoces, de sus ideas, directrices, soflamas o instrucciones.
Los políticos, y no toda la culpa es suya, entran y salen de los medios como Pedro por su casa, cortan y pegan, instruyen y ordenan. Y lo hacen, además, con la misma impunidad, desfachatez a impudicia que, con notable éxito, vienen aplicando en otros sectores estratégicos de vital importancia para sus intereses.
Viene todo esto a cuento del intolerable sistema de cuotas que, desde hace tiempo, se acepta con pasmosa naturalidad en RTVE, aunque no sólo. La reciente crisis abierta en la televisión pública estatal, tras el fallido intento de supervisar los contenidos de los telediarios antes de su emisión, además de ser una burda agresión al sacrosanto derecho a la información, es la prueba palmaria de hasta dónde pueden ser capaces de llegar los partidos.
La unánime reacción de la llamada sociedad civil, espoleada por las redes sociales, junto a la rápida y contundente reacción de los trabajadores de la corporación, han obligado a los dirigentes políticos a desautorizar a sus consejeros en RTVE por votar a favor o abstenerse en su empeño por controlar la edición de noticias. De justicia también es de reconocer la claridad de ideas y la rapidez de reflejos de los consejeros de IU (Teresa Aranguren) y UGT (Santos Miguel Ruesga) que votaron en contra.
La injerencia política no es algo nuevo en los medios, en general, ni tampoco en TVE. Claro, que cuando se trata de hacerlo de una forma tan burda no queda otra que pararles los pies, como se ha hecho en este triste episodio tan ilustrativo del insaciable poder político. Controlar el sistema informático de edición de los telediarios (iNews) es una forma, como otra cualquiera, de censura previa y no me extraña que a más de uno esta tosca y grosera intentona, nos haya recordado el espíritu de la Ley Fraga de 1966. Algunos sueñan, visto lo visto, con que vuelva a aparecer en sus pantallas la versión moderna del NO-DO. Es como si añoraran los métodos y formas de aquel noticiero franquista de infausto recuerdo. Porque eso es, justamente, lo que pretendían: fisgar, controlar, influir, adoctrinar, manipular...

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