El lanzamiento de la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, supuso un antes y un después en la historia de las relaciones internacionales, sobre todo entre potencias que posteriormente desarrollarían sus propias armas nucleares. No son pocos los militares y políticos que defienden la existencia de estas armas por su carácter disuarorio. De no existir las armas nucleares posiblemente hubiera tenido lugar una Tercera Guerra Mundial, pero es cierto que la tentación de usar estas armas ha estado presente en muchas ocasiones en los mandos militares y los gobiernos de las potencias nucleares, sobre todo Estados Unidos y la extinta Unión Soviética.
Nada más terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ya contaba con un plan de ataque nuclear a la Unión Soviética en una fecha tan temprana como 1946, ni siquiera había comenzado “oficialmente” la Guerra Fría (se ha señalado el año 1947 como el año de inicio de dicho período). Estados Unidos también desarrollaría planes de sendos ataques nucleares contra la Unión Soviética y China en 1959 y 1964. Estos ataques hubieran costado la vida a unos 60 millones de personas.
Durante la Guerra de Corea (1950-1953) Estados Unidos desplazó bombas nucleares a la zona de conflicto, y tras la intervención de China en la contienda, el general McArthur propuso emplear entre 30 y 50 bombas nucleares en suelo chino. Afortunadamente no fue autorizado a emplearlas. Sería el presidente norteamericano Dwight Eisenhower quien amenazaría con utilizar armamento nuclear si no se firmaba un alto el fuego, como finalmente sucedió en 1953.
Eisenhower también estuvo tentado de emplear armamento atómico en Vietnam, cuando los franceses estaban a punto de ser derrotados por el Vietmin, y posteriormente contra China durante los enfrentamientos entre China y Taiwan por el control de la Isla de Quemoy en 1958, cuando desplazaron 12 misiles con cabezas nucleares hasta la China nacionalista. La amenaza de la Unión Soviética de comenzar una guerra nuclear contra Estados Unidos si China era atacada disuadió a los norteamericanos de continuar una escalada bélica.
Durante los años sesenta tendría lugar la famosa Crisis de los Misiles en la isla de Cuba. Los soviéticos instalaron misiles nucleares en la isla caribeña, y cuando aviones espías norteamericanos lo descubrieron amenazaron con ir a la guerra si los misiles no eran retirados de Cuba. Finalmente los soviéticos cedieron y el mundo se volvió a salvar de una guerra nuclear.
A finales de la década de los sesenta, el presidente norteamericano Richard Nixon sopesó llevar a cabo un ataque nuclear contra Corea del Norte tras el derribo de un avión espía norteamericano. La tensión nuclear volvería en 1973, durante la guerra del Yom Kippur entre Israel y los países árabes. El ejército israelí pasó a territorio egipcio, lo que propició que el presidente Anuar El-Sadat solicitara ayuda a la Unión Soviética, quien amenazó con intervenir si no se ponían fin a las hostilidades. Bombarderos soviéticos y norteamericanos fueron cargados con armamento nuclear y puestos en alerta.
En 1983, una falsa alarma estuvo a punto de provocar una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Radares soviéticos detectaron que un misil balístico norteamericano se dirigía hacia territorio soviético, hecho que fue causado por un fenómeno atmosférico. El mismo año, unas maniobras de la OTAN -las maniobras Able Archer– estuvieron a punto de provocar un ataque nuclear preventivo por parte de la Unión Soviética.
Tras unas décadas de cierta tranquilidad, la creciente tensión entre Estados Unidos y Rusia ha vuelto a poner de manifiesto el riesgo de guerra nuclear generalizada. En abril de 2017 el Teniente General ruso Viktor Poznihir llegó a la conclusión que Estados Unidos estaba preparando un ataque nuclear contra Rusia. A día de hoy afortunadamente dicho ataque no se ha llevado a cabo. Esperemos que las únicas bombas atómicas lanzadas en situación de guerra sigan siendo las de Hiroshima y Nagasaki.