… me sentí, con catorce años, como un superhéroe, con el superpoder de no sentir dolor. Tenía un amigo del cole que me decía: «Estás hecho de hierro, no notas los pinchazos».
Ahora, de mayor, me doy cuenta de que, en realidad, sigues recibiendo pinchazos; a veces tres o cuatro de golpe en sitios diferentes, a veces sólo uno y directo al corazón. El secreto no es ser de hierro o insensible, sino dejar que te penetren, que te toquen y rebautizar qué sientes.
Los pasos…
1. Busca palabras cuando pienses en «dolor». Busca cinco o seis que puedan definir qué sientes, pero que ninguna sea dolor.
2. Cuando los tengas, piensa cuál es el que define mejor qué sientes; ése es tu dolor. Ésa es la palabreja que define lo que sientes.
3. Cámbiala, obvia la palabra dolor y coloca la nueva. Dejará de dolerte y podrás sentir con fuerza esa nueva denominación. Ese sentimiento.
Parece imposible que funcione pero con el tiempo lo dominarás y te darás cuenta de que el dolor no existe. El dolor físico, el dolor del corazón, en realidad esconde otras sensaciones, otros sentimientos. Y ésos son superables. Cuando conoces qué tienes, es más fácil superarlo.
Leido en El mundo amarillo de Albert Espinosa
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