Después de una introducción con imágenes de archivo en blanco y negro de la crisis norteamericana del 29, la pantalla se vuelve verde. El color de Irlanda pinta el resto de esta película inspirada en hechos reales. Ken Loach nos trae en Jimmy's Hall a la figura de un activista comunista que se convirtió en el único deportado político de la República Irlandesa de la historia, Jimmy Granton.
El director (con su guionista habitual Paul Laverty) regresa a las pantallas con este nuevo trabajo muy en la línea de su filmografía. De nuevo cine social y político, testimonio de una época, como ya hizo en anteriores trabajos como Tierra y libertad (1995), El Viento que agita la cebada (2006), o La Cuadrilla (2001). Aunque para mi opinión, esta vez no llega a la altura de las anteriores.
¿Qué cuenta Jimmy's Hall?
La película arranca en 1932, fecha en la que Granton decide volver de su exilio en Estados Unidos a su pequeño pueblo irlandés, para retomar las riendas de la granja familiar. Irlanda acaba de padecer la guerra de la independencia. Hay hambre, poco trabajo y menos libertades. Y el regreso de Granton provoca reacciones diversas entre sus ciudadanos. A un lado la Iglesia y los latifundistas, al otro, los jóvenes que han crecido oyendo a sus padres hablar de los bailes y las clases en el local de Jimmy, y quieren que él vuelva a abrir ese espacio de libertad, cultura y diversión.
Aunque la película es muy coral, hay que destacar el gran trabajo del actor que sostiene el filme. La interpretación de Barry Ward como Jimmy Granton, quien se hace con el carisma de este líder revolucionario, mantiene prácticamente todo el peso de la película.
Me ha encantado la banda sonora original, es de Georges Fenton que ha sido nominado al Oscar en cinco ocasiones. Y lo que no me ha gustado es que es un poco maniquea, los malos son muy malos y los buenos son muy buenos.
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