Últimamente vivo en un constante monotema continúo (valga la rebuznancia).
Saco el dichoso tema con mis amigas, compañeros del trabajo, mi familia, las del Pilates... No hay nadie que mínimamente me conozca y con quién tenga una relación asidua que no sea consciente de cual es mi actual motivo de desvelo.
El recurrente topic también surge, por supuesto, con los otros: el resto de padres que están en mi misma situación. Gente con la que hace un par de meses apenas había cruzado un par de frases y sonrisas cordiales y que ahora hago partícipe de mis inquietudes y (lo que es peor) influyen en mis opiniones.
La cosa es sencilla, no se trata de ningún misterio irresoluble, ni de una cuestión de vida o muerte y es que dentro de unos meses mi pequeñín de 2 años dejará para siempre la guardería a la que lleva asistiendo a diario desde que tenía cinco meses para ir al cole. Así que estoy inmersa en pleno proceso de búsqueda de colegio.
Mi enano está a poco de dejar de ser bebé para ser niño y reconozco que se me está atragantando el trámite. No es sólo la constatación (una vez más) de la vertiginosa velocidad de la vida, si no también como siempre de la lástima por dejar algo atrás y de la incertidumbre de lo que encontraremos.
Voy a echar de menos la escuela infantil -como les gusta llamarlo a quienes ejercen allí su profesión- con su letrero mellado de una letra, su temible escalera, el olor inconfundible a pañal acumulado cuando llego a recoger a mi hijo en el horario de sacar contenedores, el golpe de nostalgia olfativa a témperas y plastilina, a su carismática directora, Chiqui, en la que visualicé a la im-perfecta Ana de mayor hace ya más de dos años lo que fue determinante para elegir el centro (una mujer menuda de ojos sonrientes y sagaces)... y por supuesto, a sus profesoras: Laura, Cristina, Ana, Esther, Ángela, Marta, Patri, Naza... Sé que, por su corta edad, es difícil que el niño recuerde algo de estos años y de ellas, pero pienso ayudarle a reconstruir sus recuerdos con fotos y sensaciones.
Pero ahora lo que toca es pensar en el futuro cercano. Hay que elegir cole y la selección me tiene abrumada. ¿qué valoro más? ¿ la distancia o las instalaciones? ¿es suficiente una visita al centro en la jornada de puertas abiertas para hacerse una idea? ¿varía mucho el método pedagógico de unas escuelas a otras? ¿realmente es fiable la opinión subjetiva de otro padres? Empiezo a estar harta de darle vueltas a las mismas cuestiones una y otra vez sin sacar nada en limpio... y es que, francamente, creo que al final toda elección es una lotería.