Al cuarto mes…

Al cuarto mes…

En estos días, un poco de acidez hace que se despierte antes, cuando la luna aún refleja sobre el mar. Escucha el murmullo de las olas, sobre los muros de las piscinas, sobre la arena de la playa, y hasta percibe el salitre que se mete por todas las rendijas. El ardor hace que se levante, porque es imposible seguir en posición horizontal mientras todo (ahí dentro y aquí fuera) está revuelto.

Y sentada en la butaca, mientras se toma a sorbitos esa infusión que le gusta, piensa en palabras como miedo, ilusión, bienvenida, cambio, dolor, llanto, risa, leche, nuevo, dormir, comer, hospital… Quizá debería hacer una lista de cosas, o de nombres, o de sitios a dónde ir, o a lo mejor nada, sino ver pasar la vida con tranquilidad.

Luego se vuelve a la cama porque siente frío y aún queda un rato para ir a trabajar. Apaga la luz y cierra los ojos, y cuando empieza a soñar, sonríe.