Revista Opinión

Al enemigo, ni sombra

Publicado el 14 octubre 2012 por Atandocabetes
En vista de que se acerca el otoño e irremisiblemente siguiendo el curso natural de las estaciones, los árboles de hoja caduca empezarán a perder sus hojas. Cuando en el centro de nuestro pueblo se pensó en plantar árboles, se tuvo en cuenta, como siempre, el bienestar de nuestros vecinos. 
De nuestro clima qué vamos a decir, el sol cuando calienta lo hace en serio. Si disponemos de algo verde, bonito, ecológico, que embellece y encima nos da sombra, pues mejor que mejor. Todos los que hemos pasado, estado y conversado en el centro en momentos de calor nos hemos refugiado bajo la sombra de nuestros árboles, que increiblemente en muy poco tiempo han sido capaces de refugiar conversaciones y esperas multitudinarias. Los que nos han mostrado el camino de su utilidad, como siempre, han sido nuestros mayores, los que más saben en nuestro pueblo de dónde corre el aire más fresco, por dónde sale el sol y cuándo se recoge, además de dónde convocarse para tener una amena conversación y de camino controlar el paso del personal, sobre todo, el femenino.

AL ENEMIGO, NI SOMBRA

Hablaban en un pleno de seguridad en el trabajo, arneses, cascos, señalización, petos... ¡Hay que joderse!

El ideólogo de acabar con tal fresquedad, es aquél que en un intento desesperado de justificar lo injustificable dio como argumento que tales árboles quitaban las vistas del centro y que eran árboles que provocaban alergia. Ambos argumentos se caen por su propio peso, el primero por absurdo, ya que siempre quedará mejor algo verde que algo que nos recuerda al desierto, y del segundo, sólo decir que a unos pocos metros los mismos árboles siguen embelleciendo, dando sombra y llenos de gente a su cobijo. Parece ser que lo que produce alergia es estar al soletón y por esto el centro siempre aparece desierto.

Una muestra de lo que decimos, son estas fotos tomadas el mismo día y a la misma hora, en escenarios cercanos:
AL ENEMIGO, NI SOMBRA

Como podéis ver en estas fotos nuestros paisanos, que no son tontos aunque los quieran hacer, prefieren sentarse a la sombra y es que, como dice el refrán, quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. 
Nos preguntamos si la razón de no querer ver a vecinos sentados a la sombra en el centro desde el despacho de la alcaldía, será porque son alérgicos al pueblo, o puede ser también que todavía en su subconsciente bulla aquella canción de "Cara al sol" o que viendo la película de "Los lunes al sol" no hayan entendido su mensaje y pretendan tenernos toda la semana, mes tras mes, durante cuatro años, como demuestra las crecientes estadísticas de paro. También se teme el personal que a algún vecino relevante le estorbaban la vista para ver salir las procesiones, bodas, entierros y demás actos que desde arriba se disfrutan sin entrar en contacto con los de abajo.
Los más viejos del lugar dicen que lo que no quieren "estos nuevos que han entrado en el Ayuntamiento" es que se les vea entrar y salir, y A QUÉ HORAS LO HACEN (SOBRE TODO LA ENTRADA). Tampoco que se les pregunte a los vecinos que salen con cara de mala leche del Ayuntamiento, si ha sido porque se les ha tratado como súbditos, porque no le han arreglado nada de lo que traían, porque le han dado voces, porque no lo han recibido, porque han tenido que pedir cita, porque se le ha colado alguien relevante, porque no estaban los que tenían que estar, porque no se les ha dejado hablar con quien quienes querían hablar, porque han visto a la rubia, porque se les ha engañado...en fin, que como decía Larra, se ha implantado aquello de "Vuelva usted mañana", que mañana le diremos lo mismo que hoy.
Cuando los pocos árboles que nos han dejado empiecen a soltar sus hojas, esperemos que las recojan, gracias a la sombra prestada, con mimo, y esas brigadas de limpieza demuestren la misma eficacia que cuando recogieron para la feria las hojas impresas llenas de libertad.
Los árboles, a diferencia de otras cosas, una vez matados se pueden volver a sembrar. El malestar causado y el bienestar robado, esperemos que algunos se comprometan, al menos, a restaurarlo. Su enemigo no es la alergia, ni las vistas, ni tan siquiera el vecino que se quejó, sino todo un pueblo que necesita de alguien que sea capaz de darles buena sombra.
Para que os quede buen sabor de boca, escuchar, ver y sentir:

"Sembrando trigo una vez, cosecharás una vez.  Plantando un árbol, cosecharás diez veces.  Instruyendo al pueblo, cosecharás cien veces."
Jiddu Krishnamurti

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