"Al envejecer, los hombres lloran. Era cierto. Quizá llorasen todo lo que no habían llorado en su vida; era el castigo de los hombres duros. ¡Pero él solo tenía cincuenta y dos años! "
Estamos ante la tercera novela del escritor, guionista y dramaturgo Jean-Luc Seigle. La portada y el título captaron por completo mi atención. La sinopsis, sin embargo, no hace justicia a la joyita que encontraremos entre sus páginas. Puede que esta vez desvele algo más de la cuenta sobre el libro, pero lo creo necesario.Esta maravillosa historia se desarrolla en poco más de un día. Nos situamos en el 9 de julio de 1.961, un gran día para la familia Chassaing y los habitantes del pequeño pueblo francés donde viven, ya que llegará el primer televisor al lugar, pero vayamos por partes, ¿qué importancia tiene ese acontecimiento? ¿quiénes son los integrantes de esta familia? Pues yo os lo cuento. La familia Chassaing se compone de un matrimonio, el de Albert y Suzanne; la enferma y anciana madre de Albert y dos hijos, Henri y Gilles.El cabeza de familia, Albert es el protagonista principal en torno al cual se desarrolla la historia. Junto a su padre (el abuelo de la familia, ya fallecido), y uno de sus hijos, constituyen tres generaciones unidas por el denominador común de su participación en la guerra: el abuelo en la Primera Guerra Mundial, Albert en la Segunda y Henri (su hijo mayor) en la guerra de Argelia. Esa huella permanecerá imborrable especialmente en Albert, puesto que fue derrotado por los alemanes en la "Línea Maginot", un episodio histórico sobre el que nunca se ha dicho toda la verdad, y sobre el que se hará una especie de epílogo al final del libro aclarándonos algunos datos al respecto. Por su parte, Suzanne, la mujer de Albert, está obsesionada con el progreso, la modernidad y con Henri, el hijo destinado en Argelia. Solo vive para estar pendiente de sus cartas y saber de él. Ha cambiado físicamente, se arregla más que nunca para que su hijo la vea guapa en las fotos que le envía (descubriremos poco a poco que esa coquetería tiene una doble finalidad). Tal es su fijación, que ignora, e incluso desprecia, a su marido y a su otro hijo. Les reprocha que no estén tan pendientes de Henri como lo está ella. Cuando Henri le dice a su madre que su regimiento va a ser filmado con la intención de mostrar al público francés las condiciones de vida de los reclutas y la realidad de los combates, esta no duda en pedir un crédito para adquirir una televisión.
Como se puede deducir, Gilles, el hijo pequeño, es un cero a la izquierda. Es muy diferente a su hermano y escapa de la infelicidad que se respira en casa refugiándose en la lectura, es un devorador de libros con tan solo 10 años, algo que no le pasa por alto a su padre, que sí está pendiente de él, y decide alejarlo de la indiferencia de su madre tomando una decisión que cambiará la vida del pequeño para siempre."Gilles comprendió entonces que cada novela que leyera lo ayudaría a entender la vida, a sí mismo, a los suyos, a los demás, el mundo, el pasado y el presente; y cada acontecimiento de su vida le permitiría, asimismo, iluminar cada una de sus lecturas."
Un día y 237 páginas son suficientes para que el autor haga una radiografía completa de esta familia, así como de las circunstancias históricas y sociales que les rodean. Estamos ante una novela escrita con elegancia y delicadeza, una novela de personajes cargada de sentimientos, de profundidad, de reflexiones sobre la vida, la muerte, la mentira, los silencios...Albert será el hilo conductor que nos guía por esas páginas. Un personaje inolvidable, cuyos pensamientos, sentimientos y nobleza llegan al alma de quien lo lee.
No quiero contar más, creo que incluso he desvelado demasiado, pero por otro lado, temo quedarme corta, no ser capaz de transmitir todo lo que esta novela ofrece, y lo grande que es el personaje de Albert. Hay momentos cargados de nostalgia ante el temor de que sus hijos no recuerden sus antepasados, la historia de la familia (la causa de ese temor nos la explica él mismo). Otro momento cargado de emotividad es cuando Albert asea a su madre, una anciana enferma de Alzheimer que vive en casa con ellos. Ese momento de intimidad entre madre e hijo en la madurez da lugar a uno de las partes del libro que más me ha conmovido, y es que este libro está lleno de momentos que merecen ser leídos.
"A Albert le costaba trabajo retener sus lágrimas de niño ante ese cuerpo deshecho del que apenas sí llegaba a oír los latidos del corazón."
"Manipulaba a su madre con tanto cuidado, con tanta precisión, que toda forma de pudor había terminado por desaparecer (...) Sus gestos eran de una delicadeza tal, que sus gruesas manos de obrero habrían podido, en aquel momento, coger una aguja y zurcir el más fino bordado."Insisto, pura maestría dotar de tanta profundidad a los personajes y dar vida a una historia tan completa en menos de 300 páginas.