Qué torpe mi escritura enrevesada de hiatos y diptongos agobiados, de sílabas que estallan en la boca, de puntos suspensivos descolgados. Qué torpe está la pluma entre mis dedos, trazando conjeturas y entelequias donde el amor sucumbe en una copa y el miedo en el abismo de una almohada. Qué torpes estos labios apretados, estos huesos que temen al invierno, este cuerpo alojado en una roca, estos ojos abiertos en la nada. Qué torpes mis latidos y mis pasos, a la deriva de lo más incierto, en rapel sobre el filo de las horas, de espalda ante la misma encrucijada.
©2011; Liliana Fasciani M.