Desde hace ya algunas décadas mucha gente se ha acostumbrado al uso habitual de ese entretenimiento cada vez más sofisticado llamado videojuego. Algunos, mostrados en primera persona, pretenden simular ser una extensión del propio cuerpo. Los de disparos, inaugurados con Doom, son los más populares del género. Al filo del mañana bebe de multitud de fuentes, entre las que estarían la ya citada de los videojuegos y algunas producciones cinematográficas que la precedieron, entre las que la más obvia sería Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis, pero no habría que olvidar Código fuente, de Duncan Jones, Alien, de Ridley Scott, Starship Troopes, de Paul Verhoeven, Salvar al soldado Ryan, de Steven Spielberg o incluso la reciente ¡Rompe Ralph!, de Rich Moore, aunque no hay que olvidar que su fuente original es una novela de Hiroshi Sakurazaka, publicada en 2004 y adaptada recientemente al manga por Takeshi Obata.
Lo que más llama la atención de la propuesta de Doug Liman es la elegancia con la que sabe llegar a unos magníficos resultados partiendo de tantas influencias. Al filo del mañana presenta unas premisas básicas al espectador (una invasión alienígena, y un soldado cobarde y sin experiencia en combate al que de pronto se le otorga el don de repetir el mismo día cada vez que muere) y a través de ellas va trabajando un argumento enormemente atractivo para el espectador. Como en los videojuegos el héroe puede disputar la partida cuantas veces quiera, pero con la salvedad de que no puede guardar sus progresos para comenzar desde ese punto: la naturaleza del poder que ha adquirido exige que siempre vuelva al principio y lo repita todo punto por punto, por lo que su aprendizaje es muy penoso y deberá vivir el mismo día cientos de veces para ir efectuando pequeños progresos. Lo cierto es que, a pesar de que lo se describe continuamente es la misma jornada, el guión es lo suficientemente inteligente como para que el espectador se mantenga a la expectativa, puesto que siempre hay sorpresas inesperadas. Uno de los grandes atractivos de la producción es su perfecta ambientación bélica que recuerda, en la fase del desembarco aéreo, salvando las distancias, al que filmó Spielberg recreando la playa de Omaha: el miedo, el caos y la destrucción unidos en varias secuencias inolvidables. A que el resultado final de Al filo del mañana sea redondo contribuye de manera decisiva la actuación de un Tom Cruise que cada vez se siente más cómodo en este tipo de producciones de ciencia-ficción.
Respecto al cómic de Takeshi Obata no es más que una adaptación de la novela de Sakurazaka, serializada en trece pequeños volúmenes. Lo cierto es que, personalmente, no soy demasiado conocedor del manga, por lo que no puedo juzgar con criterio las cualidades de éste, aunque sí que puedo señalar que no se diferencia de otros que he leído en cuanto a técnica narrativa y atención a ciertos detalles. Si he de calificar la lectura de la obra de Obata tengo que decir que, al contrario de la película, me ha dejado bastante indiferente.