Revista Política

Al fin y al cabo también son personas

Publicado el 01 julio 2013 por Catalega @Catalega
AL FIN Y AL CABO TAMBIÉN SON PERSONAS Hoy escribo sobre una institución de gran importancia e influencia en muchas sociedades, la institución más antigua que existe y a la que muchos millones de personas seguimos, me refiero a la Iglesia Católica y Apostólica Romana, la Iglesia, para entendernos. Algunos hacéis muchas referencias a ella en vuestros comentarios en Desde el Caballo de las Tendillas y creo que es el momento de que os exponga mis opiniones acerca de la Iglesia. Para empezar se ha de diferenciar entre la Iglesia y su jerarquía, es decir, las personas que la dirigen. Porque muchas personas critican a la jerarquía de la Iglesia generalizando en toda la Iglesia. La jerarquía de la Iglesia tiene mucho para ser criticada, pues muchos de sus miembros se han dedicado a hacer política, a querer influir en la sociedad, a jugar a controlarla y dirigirla. Y muchos políticos han estado encantados (y lo están) con esa influencia de la Iglesia. ¿Debe la Iglesia influir en los gobiernos? En mi opinión rotundamente no, la Iglesia no está para eso y los gobiernos no deberían permitir esa influencia. Ahora recuerdo lo que decía Maquiavelo en su obra El Príncipe; venía a comentar que un soberano no debe gobernar conforme a los dictados de una religión, pues él ha de gobernar para todos los ciudadanos profesen o no esa religión; y así han de actuar los gobernantes, por eso no comparto posiciones políticas como las de los demócratas cristianos (o influidas por otras religiones), pues considero que un político ha de actuar al margen de las religiones. Pero aunque es cierto que la Iglesia durante muchos siglos ha influido directamente en monarcas y gobiernos, gracias a Dios ahora mismo eso no ocurre. De un tiempo a esta parte lo que diga la Iglesia solo es escuchado por aquel que quiera, sin que sea de obligado cumplimiento por parte de la sociedad, a diferencia de como ha ocurrido en muchas ocasiones. También he de decir que muchos sacerdotes y jerarcas de la Iglesia juegan a la política, ahí tenemos los ejemplos de los curas proetarras o de la cercanía de estamentos de la Iglesia catalana a los movimientos separatistas. Sin que, por cierto, la propia Roma diga nada. En la Iglesia hay muchas personas que hacen mucho por los demás, ahí está la gran labor que realizan miles de sacerdotes, ayudando a muchas personas necesitadas, o la que realiza el Obispo de Bangassou, el cordobés Juan José Aguirre, o la gran obra que construyó la Madre Teresa de Calcuta, ¡para qué decir más! Por eso creo que la Iglesia da mucho más de lo que recibe, y me niego a entrar en el debate de cifras y números manipulados; ahí están las actuaciones de la Iglesia en la defensa de los más necesitados. Pero lógicamente, como ocurre en cualquier colectivo, hay miembros cuyo único fin es obtener beneficio propio, por lo que también en el seno de la Iglesia se producen casos de corrupción, como el de la banca vaticana (que está siendo analizado por el Vaticano). Y es que, al fin y al cabo, también son personas.

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