“Al final del día las sonrisas se marchitan, el corazón se expone ante la inmensa soledad, que nunca falla en hacerle compañía cuando el sol se oscurece, y las máscaras se caen.”
A veces escucho el silencio, queriendo encontrar algo más, pero solo es eso, el silencio. Y ya nada importa cuando estoy allí, sola en mi habitación, como si el mundo dejara de existir y todo lo que soy también. Miro el techo abrazando a mi almohada, tratando de encontrar el sentido a cada latido de mi corazón y entonces me pregunto ¿Por qué insistimos en querer ser alguien en la vida? ¿Por qué nos sentimos tan pequeños cuando ya no hay nadie a nuestro alrededor?
Si vivimos para llegar a ser alguien en la vida, estamos viviendo en vano, porque luchamos por algo que ya tenemos en nuestras manos, porque peleamos contra el viento sabiendo que este puede elevarnos y llevarnos a lo más alto. El sentido de nuestra existencia ya está escrito, somos alguien mucho antes de haber nacidos. Perdemos el tiempo cuando queremos encontrar las respuestas a todos los misterios de la vida, mientras que los días pasan, y el tiempo se acorta.
Ante la inmensa soledad somos nada ya que es allí donde nuestras almas se desnudan, mostrándose tal cual como es, con heridas sin sanar, miedos sin superar, y fantasmas por ahuyentar.