Cuando este viernes el PP le vio las orejas al lobo, a través de la derogación del decreto para prorrogar la moratoria urbanística en el entorno del Mar Menor, sus dirigentes cayeron en la cuenta del martirio que podría suponer encontrase en la Asamblea Regional, día sí y día también, con un frontón. El consejero de Fomento, José Ramón Díez de Revenga, no ocultaba su cabreo y malestar por el revés sufrido. Albergaba la esperanza de sacar adelante el decreto con el apoyo del PSOE, no de Vox ni de Podemos, para que se mantuvieran las restricciones en la construcción de viviendas, hoteles y centros comerciales en el entorno de la laguna. El enfado del PP lo comprobamos, de nuevo, los periodistas, al escuchar la intervención del portavoz Quino Segado en la sala de prensa del Parlamento regional. Junto a esto, el departamento de comunicación del Ejecutivo distribuyó raudo y veloz, vía correo electrónico y whatsapp, a los profesionales de los medios, las pertinentes notas de prensa destacando la “gravedad e irresponsabilidad” de lo votado por la oposición. Y el portavoz del Gobierno, Marcos Ortuño, lo verbalizó a través de unas imprescindibles declaraciones a la televisión autonómica.
Tras la reunión de la Diputación Permanente de la Asamblea Regional, y cuando me disponía a abandonar el edificio, encontré al líder de Vox, José Ángel Antelo, hablando por teléfono en un pasillo. Lo saludé, me correspondió y me extendió su mano izquierda, ya que con la derecha sujetaba el móvil. Intuí, por su gesto, con quien podía estar hablando. Media hora antes, el portavoz adjunto del grupo parlamentario de Vox, Rubén Martínez Alpañez, nos había dicho que Fernando López Miras aún no había llamado a Antelo para pactar un Gobierno de coalición. Quizá ahora estuviera asistiendo, en primera persona, a tan trascendental acontecimiento.
El efecto que produjo en el PP el resultado de la votación llevada a cabo esa mañana fue determinante para cerrar los flecos de las “conversaciones cordiales” de las que nos hablaba minutos antes Martínez Alpañez. Tras el encuentro del pasado domingo en Pontevedra entre Alberto Núñez Feijóo y López Miras, esta semana, la dirección nacional del PP había facultado al presidente murciano para reunirse en Madrid con los negociadores de Vox. Estos le reiteraron sus peticiones durante una cena que tuvo lugar el miércoles, y que no eran otras que entrar en el Ejecutivo ocupando la vicepresidencia y dos consejerías.
En torno a las 6 de la tarde del viernes, la agencia Europa Press, a través de su delegación en Murcia, distribuyó en primicia un teletipo que anunciaba el desbloqueo de la situación política en la Región. El portavoz Ortuño me confirmó, instantes después, que López Miras había ofrecido a Vox entrar en el Gobierno. Antelo, a través de su cuenta en X -antes Twitter- se felicitó por la buena nueva. Y apuntó que pretendían tres consejerías, señalando en especial la de Agricultura, “donde entendemos que podemos aportar un gran valor añadido en esta nueva etapa”. Pasadas las 7 de la tarde, el PP emitió un comunicado dando cuenta del ofrecimiento de López Miras a Vox: dos consejerías, la de Fomento y la de Seguridad, Interior y Emergencias, esta última, con rango de vicepresidencia. Pero ni rastro de Agricultura. Al filo de las 10 de la noche, desde el PP se distribuyó un nuevo comunicado, este con los membretes de ese partido y de Vox, en el que decían que “alcanzan un acuerdo para evitar la repetición electoral en la Región de Murcia”. Y que Vox había aceptado su oferta.
La taxativa oposición de López Miras a la hora de admitir a Vox en su Gobierno se diluyó la noche del 23J, una vez que se conocieron los decepcionantes resultados para las expectativas del PP en las elecciones generales. Tras el posterior acercamiento de Feijóo a Abascal, de cara a su hipotética investidura, quedó patente que lo de Vox caería en la Comunidad de Murcia como fruta madura. El jefe del Ejecutivo regional tuvo que envainársela y el de Vox en Murcia, otro tanto. Los segundos tendrán asientos en el Ejecutivo, pero no ostentarán las responsabilidades en Agricultura y Medio Ambiente, ambas rayanas en la problemática que engloba al Mar Menor, que eso son palabras mayores. Además, el coordinador general del PP, Elías Bendodo, ya había advertido en la víspera que, en toda negociación, había que ceder por ambas partes.
En Vox, ya se sabe que predominan mucho los hombres de acción. No es extraño que en la mayoría de ayuntamientos donde gobiernan con el PP, sus ediles ocupen las áreas de seguridad ciudadana y protección civil. Más de un observador creyó ver este viernes, en las competencias asignadas a la consejería de Seguridad, Interior y Emergencias, una especie de traje a medida para el concejal Luis Gestoso. Aunque él me asegure que de eso no hay nada, no sería de extrañar que tras quedarse fuera del Congreso, donde fue diputado en la pasada legislatura, y con poco margen de actuación en el Ayuntamiento de Murcia, tras la mayoría absolutisima de Ballesta el 28M, pueda tener cabida en el Ejecutivo. Y ojo, que esa consejería conlleva el cargo de vicepresidente. Nada es descartable, si tenemos en cuenta la magnífica relación que siempre ha mantenido Gestoso con el máximo dirigente de Vox, Santiago Abascal, desde los tiempos en que ambos militaban en el PP y se reunían en el País Vasco.
La semana próxima se celebrará el pleno en la Asamblea Regional. López Miras saldrá investido con 30 votos y se iniciará una nueva etapa política en la Región con otro Gobierno de coalición. En la pasada legislatura ocurrió algo parecido: tras una ardua negociación, en 2019 Ciudadanos entró en el Ejecutivo con cuatro consejerías, incluida la vicepresidencia. Luego vino la caótica moción de censura, el abyecto espectáculo de transfuguismo y la exaltación del principio de Peter, por el que todo individuo -o individua- tiende a ascender hasta su máximo nivel de incompetencia.
No sabemos qué rédito sacará Vox de todo esto que ahora se cuece. Decían que no venían a por sillones pero, a lo que se ve, al final, todo se reducía a eso. Con el apéndice añadido de tener la potestad de proponer al presidente del Consejo de la Transparencia -pobre Pepe Molina, si lo estuviera viendo- y con vitola de Defensor del Pueblo. Luego nos hablarán de los chiringuitos y tal y cual… Por cierto, cuatro años después de la conformación de aquel primer Gobierno de coalición en la historia de la Región, ¿quién se acuerda ahora de aquellos estrambóticos personajes que parece que se han quedado agarrados a la brocha y que procedían de un franquiciado llamado Ciudadanos?