El tiempo en la Kabila tarraconense es malo. Quizá el peor invierno que recuerdo. Y no tanto por el frío, que también. Sobre todo por el viento frío. Ráfagas continuas de más de sesenta km/hora, desde hace quince días.
Pero también me refiero, cuando hablo del mal tiempo, de los momentos que corren por este país llamado España. Malos tiempos, desgraciados tiempos, donde el cazador es cazado, y donde los poderosos se relamen de las miserias de los más débiles. Donde las reformas se hacen para beneficiar más a los de siempre y donde la Justicia invierte la culpabilidad en las sentencias, tildando al culpable de inocente y condenando, por envidias, miserias e ideología, a quien trata de desenmascarar a los verdaderos culpables.
Eso es así, pero esa miseria y desvergüenza no ha de condenarnos al abismo. Que no nos cambien. Ni nos rendimos ni nos van a quitar lo más preciado: vivir decentemente. No es incompatible cabrearse ante tanta injusticia y a la vez, tratar de vivir el día a día con nuestros mejores gestos, con humor, con compañía agradable, con ganas de luchar, con ilusión, con utopía.
Si hay algo que ellos querrían es que nos rindiéramos y nos amargáramos. Que nos dejáramos llevar y que nos sometiéramos a sus malas artes. Si pueden lo impondrán, pero no nos daremos por vencidos.
Y mientras tanto, que no nos quiten los buenos momentos. A pesar del mal tiempo, con un cielo diáfano y unas montañas limpias, los almendros florecen y anuncian una nueva primavera:
En Kabila, el doce de febrero: almendro en flor
Y a pesar de estos canallas, no voy a dejar de celebrar que la vida tiene cosas maravillosas, como esta estupenda costumbre catalana de la calçotada:
En Kabila, con amigos y “con los calçots en la boca” (aunque no aparezca, yo estaba allí, haciendo la foto)
Hay que luchar, pero también hay que vivir. Y hacerlo lo mejor posible. Así es que, yo quiero seguir en la brecha y no van a conseguir deprimirme. Al revés, seguiré haciendo lo mismo, pero ahora, mi repulsa ante esta gentuza y mi lucha por combatirlos, si cabe, será mayor. Que no nos apaguen, que es lo que quieren.
Salud y República