Revista Coaching

Al management lo que es del management

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

CARICATURAPor Álvaro Cristiani

“Parece ser que cada decisión estratégica que tomo tiene que pasar por un test legal. Mi trabajo diario se ha transformado en una sola preocupación, protegerme de posibles litigios y demandas a todo nivel. Documento, busco  y guardo evidencia de cada paso que doy. Soy más un investigador y detective que un gerente”. Gerente de planta, empresa sector industrial

Hace varios años el Organization Science Journal sacó una edición especial acerca de la “organización legalista” en la que se reflejaba la preocupación que en su momento tenían directivos y empresarios estadounidenses. Este concepto, hoy plenamente vigente a nivel mundial y particularmente en Uruguay, hace referencia a cómo áreas tradicionalmente reservadas a la toma de decisiones bajo criterios gerenciales se han visto invadidas por procedimientos, normas, estructuras, criterios y hasta una retórica usualmente utilizada en contextos legales o contractuales. Como resultado, actualmente la toma de decisiones en las organizaciones está más guiada por asegurar la aceptación y legitimación legal, que por criterios de eficacia, aprendizaje y alineación con la misión, los valores y los objetivos a mediano y largo plazo

Hoy se respira en los ambientes de trabajo, a todo nivel, una creciente “mentalidad de litigio” detrás de cada decisión y de “fiebre contagiosa” y preocupación de responsabilidad legal. Más aún, gran parte de los problemas hoy ya no se resuelven en la empresa sino dentro de las cuatros paredes de alguna sala del Ministerio de Trabajo, de un juzgado de turno o de algún bufete legal.

Razón y paradojas de la organización legalista

Una posible explicación a esta creciente tendencia es la creencia colectiva y culturalmente aceptada de que en todo proceso y formalidad legal se garantiza un trato justo, ecuánime y transparente. Una legalización y judicialización de la toma de decisiones, motivada por encontrar una justicia muchas veces no presente en los procesos internos de la organización. Pero, lamentable y paradojalmente, el espíritu legalista y normativo puede socavar su razón de ser y arrastrar una serie de implicancias complejas para los directivos y gerentes, y para el futuro de la organización. Los profesores norteamericanos Sim Sitkin y Robert Bies, sintetizan en algunas paradojas las consecuencias no intencionadas del proceso de legalización.

Paradoja de racionalidad

La lógica legal es como la personificación de la racionalidad. El proceso y criterio legal proporcionan una base de autoridad y una justificación de las decisiones gerenciales. Sin embargo, el exceso de lo legal limita la flexibilidad y discrecionalidad del directivo, debilitando al gerente en el ejercicio de la autoridad y deslegitimándolo cuando trata de justificar sus decisiones bajo otros criterios. La inflexibilidad legal va sustituyendo la adaptabilidad y prudencia directivas.

Paradoja de formalización

Por un lado el creciente proceso de formalización garantiza y puede proteger a empleados de posibles arbitrariedades y caprichos por parte de la organización en áreas como contratación y despidos, haciendo más saliente la responsabilidad gerencial, y hasta quizás restaurando la confianza en las relaciones jefes-colaboradores, pero es cierto también que estos procesos aumentan las distancias interpersonales.

Por otro lado, también los enfoques legalistas o normativos nacen por la necesidad de institucionalizar ciertas prácticas informales que han sido exitosas. Lamentablemente, el solo hecho de formalizar algo que se hacía bien puede hacerle perder ese sentido intrínseco o de responsabilidad interpersonal, clave intangible del éxito, imposible de formalizar. Por eso muchas veces cuando buscando minimizar conflictos se enfatiza la estandarización y documentación de prácticas, se terminan teniendo organizaciones con peores ambientes laborales y una relación  entre trabajadores y gerencia basada en una confianza contractual y transaccional.

Paradoja de justicia

En muchos lugares de trabajo se respira un clima de “ley sin justicia”. La preocupación por estar “cubiertos” legalmente ha invadido gran parte de las decisiones, sacrificando consideraciones humanas, éticas y de justicia. La medida de lo correcto y de lo que se debe hacer es lo legal.

Más allá de esta tendencia legalista en aumento, la calidad del trato interpersonal y de la percepción de justicia organizacional por parte de los empleados son y seguirán siendo condiciones centrales en la construcción de confianza y en la legitimación de las acciones gerenciales. Más aún, aunque el resultado de una decisión sea contrario a los intereses de un empleado si percibe que el proceso de toma de decisiones es justo, considerará la decisión y la autoridad gerencial más legítima, sustituyendo una mentalidad litigadora por relaciones de genuina confianza y cooperación. Si encuentra justicia, consistencia e integridad  en “casa” no las va a buscar afuera.

Independientemente de contextos más o menos favorables, traigamos nuevamente la pelota a la cancha de la empresa, juguemos management con quien y en dónde hay que jugarlo, vivamos el “fair play” y devolvamos al management lo que es del management.

Autor  Álvaro Cristiani Publicado en Café & Negocios, El Observador

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