Quizás sea condición del ser humano el egoísmo de promover sociedades con clases marginadas en las que recae sobre un puñado de personas el poder de manejar el destino del resto. Así, mientras los primeros se encargan de mantener el sistema estable para no perder su estatus, los segundos asumen su suerte que, por desgracia, para muchos de ellos pasa por encarar el rechazo social.
Quienes ocupan el lado cómodo de la balanza se enfrentan a su responsabilidad con la serenidad del que no sufrirá ni una sola de las consecuencias. Patrocinan guerras desde la indemnidad de sus despachos, firman desahucios mientras disfrutan de grandes propiedades, deniegan ayudas a los que más las necesitan. No saben de miedo, de desgracia, de peligro, porque no les ha tocado vivirlos. Empresarios y líderes políticos manipulan las sociedades, imponen sus valores y abocan a millones de personas a vivir al margen.
La chabola, la cola del centro médico, los simpapeles, el albergue, los desahuciados, la desnutrición, las secuelas de la guerra o la pobreza son realidades que no se exhiben, no aparecen en ningún catálogo de promoción turística ni en los panfletos publicitarios, pero existen y conviven, resignadas, con el manto de idealidad que cubre a todas las autoproclamadas civilizaciones.
La labor del fotoperiodismo es destapar y mostrar de cerca, alimentado por la mayor de las empatías, las historias que hay detrás de cada una de esas personas que reciben juicio antes que ayuda. El fotoperiodista debe ser sensible con cada sujeto, debe invertir tiempo en conocer su relato y en ganarse su confianza antes de alzar la cámara, para comprender de verdad cada circunstancia. Su misión es transmitir estos testimonios con honestidad y consideración para darles voz ante aquellos que no se han atrevido a preguntar, para ayudar a concienciar sobre las necesidades de la sociedad y para llevar a reflexión tramas que a menudo pasan desapercibidas en la inmediatez del día a día.

La exposición Al margen, de Andrés Gutiérrez, estará en la sala puente del TEA hasta el 15 de enero, y es buena fecha para pasar a verla y desintoxicarse un poco del consumismo navideño cuando hay tantas personas que viven con tan poco.
