Revista Psicología

Al naranjo no le importa ser roble: La ilusión del éxito

Por Paulo Mesa @paucemeher

Bien, hoy es el gran día en el que te das cuenta de que lo has hecho a lo grande; eres el " entrepeneur" del que cualquiera está orgulloso, tienes en tus manos la "super compañía" o el " star up " excepcional que produce millones... o si no es este el camino, entonces tienes el empleo de lujo en una compañía de alta reputación y te pones el sueldo que pocos tienen. Sí señores, tienes prestigio, fama, reputación, todos te buscan (sobre todo para venderte cosas), alardeas un poco en Facebook, lo dejas bien el claro en Linkedin y a nadie le cabe duda de que en el libreto social encajas en el estándar más alto, hiciste bien la tarea y no hay dudas de que "triunfaste".

A nadie le importa cómo pasó todo esto o si estás pagando un precio alto por llegar a ese punto; nadie sabe bien qué hiciste, pero lo lograste. Te asomas a la ventana, ves la gente pasar por la calle y te dices "hormigas miserables, los vencí a todos... o bueno, no a todos, pero sí a la inmensa mayoría...", luego aparece de nuevo el fantasma "ahora a demostrar por qué estamos aquí, esto no se detiene, todavía me queda más gente por vencer porque voy por 'la que sigue' (meta)", y te das cuenta de que sobrevives ahí, pero no estás en realidad.

Pasa el tiempo y te das cuenta de que era solo una ilusión. Te has montado en un tren de vida que te demanda más atención que antes, más gastos, más trabajo y más presión. Las cosas se complican, no era el jardín de rosas que parecía cuando se veía desde afuera, cuando creías en la ilusión.

En el mejor de los casos te das cuenta de que estás en una jaula de oro, pero en la mayoría de los casos te das cuenta de que no es así. Asumes que esa es la vida, que es el "precio que tienes que pagar" por llegar a donde estás y poco a poco dejas que la existencia se te drene, que la energía vital se te apague, porque te encargaste de construir un mundo "no-tuyo", sino un mundo para otros, un mundo para encajar en el vacío, un mundo para cumplir el libreto.

Entonces, cómo mides tu éxito... aquí importa mucho tu sinceridad contigo mismo (a):

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Respondiéndote estas preguntas ¿Te diste cuenta de algún cuento en el que crees? ¿Te das cuenta de que es una narración que no necesariamente es tuya? ¿De dónde viene esa narración? ¿Quién te "metió" ese cuento? Socialmente le damos importancia a esa narración. Toda esta inseguridad interior la expiamos sintiéndonos más superiores que los demás, así tenemos con qué defendernos, así tenemos con qué humillar antes de que nos humillen. Esta carrera no termina porque siempre hay alguien más a quién humillar y con posibilidad de que pueda humillarnos, entonces buscamos algo nuevo que nos dé más éxito, algo con qué seguir resguardando nuestra inseguridad.

Nos investimos de poder y de todo lo que lo sostenga; todo eso no son más que símbolos; esa tal vez sea la parte más loca y más enferma porque como sociedad le damos importancia a todas esas cosas, nos dejamos afectar por tonterías y le ponemos emoción a todo eso, como si fuera algo real.

Un roble y un naranjo están sembrados uno al lado del otro. El naranjo es naranjo nada más y no se la pasa añorando tener la madera del roble. El roble tampoco se la pasa añorando poder dar las naranjas del naranjo; el roble simplemente "es" roble. Somos lo que somos y punto. Esenciales, simples, somos el propósito de solo ser. Somos exitosos siendo lo que somos, acercándonos tanto como podamos a la verdadera versión de quién somos, siendo "el observador", siendo el silencio que queda después de que nos quitamos todo lo que nos vamos poniendo. Es una versión dura del éxito y a mi modo de ver, la más exigente de todas las versiones en esta vida, la versión de ser quienes somos.

¿En cuál versión te montaste...?

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