- Un día estás vivo. El siguiente, estás muerto
Puede que el tránsito a otra forma de vida nos sorprenda con los deberes vitales hechos, o puede que con el folio a medio escribir; con sucesos certeros, con garabatos inciertos...
Sólo cabe priorizar nuestro sendero cada día, el que verdaderamente queremos pisar, y sabernos en él casi todo el tiempo, por si la luz de la clara mañana, como escribe Silvio Rodríguez, es, efectivamente, la luz del último día.
No solemos tener presente nuestra muerte más que cuando se nos pone delante, o cuando acosa a algún buen amigo. Pero la señora de negro está ahi, justo al lado, riendo burlona, conocedora absoluta de nuestro limitado peregrinaje, mostrando lo frágil que resulta nuestra existencia.
No sólo frágil: milagrosa. Pero hasta los milagros, cuando existen, tienen su fecha de caducidad.
Ángel F. Fermoselle Periodista y escritor
Extraído de su columna "Desde mi buhardilla"
Santos Sanz Villanueva en el cultural, opina sobre el libro de Fermoselle