Dice el aforismo que hay que llamarle pan al pan y vino al vino: aquello de al pan, pan y al vino, vino.
El propio Mariano Rajoy, en su discurso de investidura, se permitió introducir este coloquialismo para reforzar sus argumentos de sinceridad y transparencia.
Pues bien; como no me fío de los políticos, porque por naturaleza, y cuando las cosas se tuercen, tienden indefectiblemente al principio de autoconservación, les propongo otra versión del mismo aforismo, convertido en chiste, que creo recordar que contaba algún familiar:
Iba por el monte un avezado cazador con su perro. Por necesidades narrativas obvias, el perro se va a llamar, digamos, Albino.
En éstas que en un momento determinado Albino, afanoso, se extravía.
El infatigable cazador lo llama a gritos, con silbidos, voces y demás sonidos anomatopéyicos propios de las labores cinegéticas.
Como quiera que el perro no responde, decide disparar al aire su escopeta y vaciar los dos cartuchos que carga. Así confía en ampliar el radio de acción de su llamada, gracias a la mayor propagación del estridente sonido.
Y al "pam" "pam", Albino vino.
Y al hilo del chiste se me ocurren una reflexiones:
• ¿Son los disparos los avisos de los mercados? ¿Lo son de las autoridades europeas? ¿Es un "pam" Merkel y el otro "pam" Sarkozy?
• ¿Es Albino el mismísimo Rajoy?
• ¿Es el cazador una personificación de la sociedad española?