En eso discrepamos... Una no puede vivir sin pan, lo necesita, lo idolatra...; podría vivir sólo comiendo tan suculento manjar (que se quite la langosta y el caviar ante un buen bollo). Por contra, la otra prefiere los picos, esos currusquitos crujientes y sabrosos con los que la primera simplemente empuja y que la segunda engulle con sumo gusto. ¿A quién porras se le ocurriría hacer una masa con harina de cereales, sal y agua y aplicarle calor? ¡Un monumento a tal persona, por favor!
Un secretito más de la que adora este fundamental alimento... Se levanta de madrugada, hace una incursión en la cocina, abre la panera y... ¡ummm! Un trocito de pan.... Placer de dioses. ¿O no?
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Lo dicho, somos chicas de gustos sencillos. ¿Y vosotros?