"Puedes confiar"... y se confió.
La"confianza", un antiguo lema "pepero"le pasa factura a su candidato en Andalucía y le hace perder más de 200.000votantes desde las últimas autonómicas. Aún así, Arenas, sigue "pepe quepepe" (o "ere" que "ere"), más duro que un chaparro,sin un atisbo de autocrítica y sin dar explicaciones por la perdida. Alcontrario, sale al balcón como niño después de Reyes Magos.Está claro que conel único discurso del cambio por el cambio, tras 30 años de socialismo enAndalucía, no es suficiente argumento para unos votantes que llevan más de 16años viendo su mismo careto. Sin duda, es un castigo para Arenas y para el PPandaluz, que con mejores generaciones en la recámara no puede levantar cabezani siquiera cuando ruedan las del contrario. Otra explicación posible a losresultados es que la breve experiencia de mayoría absoluta del PP en Españahaya sido suficiente peso en las espaldas de los andaluces como para que lestiemblen las piernas con sólo pensar quepudiera pasar algo parecido en Andalucía.Por otro lado, lassinvergüencerías a cara descubierta le pasan factura al PSOE, el granderrotado. Que aun perdiendo más de 600.000 votos por culpa del chapapote de lacorrupción demuestra que es capaz de flotar en su propia mierda. Es ahora cuando pideel brazo salvador a una Izquierda Unida -la única ganadora- que ha deplantearse si se enmierda por gobernar con el PSOE, o se plantea una estrategiamás beneficiosa a largo plazo, que sería dejar gobernar al PP y crear unaoposición de izquierdas con vetos a los desmanes impuestos desde Madrid. Estapostura, sin duda, es menos rentable a corto plazo; pero bien gestionada y sinansias de gobernar daría unos réditos de credibilidad suficientes como paraabordar una posible alternativa nacional en el momento que la crisis económicaaliviase.Ahora bien, si todosganan, quién pierde, me pregunto. Está claro que sin una auténtica democraciasiempre perdemos los mismos.Los resultados sonclaros: En Andalucía vivimos 8,5 millones de personas; tienen derecho a voto6,5 millones; de los cuales votan 3,8 y de éstos, el voto de 1,5 millonesdecide por todos. ¿Realmente alguien cree que Democracia es el gobierno de unospocos para una mayoría? Creo que no. Y mientras no se creen las leyesnecesarias que corrijan esta desviación la Democracia seguirá herida de muerte.Propongo que losparlamentos sean literalmente representativos de la población que los elige. Esdecir, si el Parlamento andaluz tiene 109 escaños para una población conderecho a voto de 6,5 millones, y estos escaños se ajustan cada vez que esapoblación varía, qué problema supondría que variasen también en función de losque ejercen su voto -Total, si salvo cuatro votaciones nunca están todos en elParlamento-. Pues supondría que los políticos afectados por el riesgo de perdersus escaños se preocuparían por estimular el voto y no les daría igual laapatía del votante. Llevado a la práctica en el caso de estas últimas andaluzassignificaría que de 109 parlamentarios nos quedaríamos con 68; la misma cuotade poder, pero muchísimo menos gasto para nuestros bolsillos. Y, continuandocon esta argumentación, se han planteado qué sucedería cuando la población,harta de este tipo de política, redujesen la clase política a su mínimaexpresión… Sólo entonces llegaría la autentica reflexión, la verdadera autocríticaque impulsara el cambio hacia una efectiva Democracia real: la de losciudadanos.