Nueva York, mediados de los años 30.
La infantil y rica Irene Bullock no sabía hasta que punto el disparatado juego de la alta sociedad en el que suelen participar ella, su caprichosa hermana Cornelia y su excéntrica madre tomará un rumbo que cambiará sus vidas.
La mecánica de esta especie de gymkana consiste en hallar una serie de elementos extravagantes, entre los que destaca un harapiento mendigo (como si de ganado se tratara, así, sin más).
Cuando Godfrey Smith, un sin techo del East River accede a colaborar, Irene, una vez declarada ganadora decide contratarlo como mayordomo y hacerle su protegido.
Con el tiempo Godfrey resulta ser un inteligente, enigmático y encantador mayordomo, que aun estando supeditado a la estrambótica familia Bullock les dará toda una lección.
Mordaz crítica de la alta sociedad, Al Servicio de las Damas (My Man Godfrey en el original inglés y dirigida por Gregory LaCava en 1936) es una muy agradable comedia de Screwball que sigue tan vigente como hace ochenta años, y gracias a la cual es fácil encontrar numerosos paralelismos entre la Gran Depresión y las Crisis actual.
Al Servicio de las Damas cuenta además con unos inteligentes diálogos dotados de altas dosis de sarcasmo y un humor algo surrealista.
Si analizamos por encima a los personajes, encontramos que, como en la mayoría de las comedias alocadas, todos se caracterizan por sus fobias, sus manías y por rozar la locura. Irene (interpretada por Carole Lombard) es inmadura y actúa para llamar la atención como una pertubada, Cornelia (Gail Patrick) es fría, déspota y le encanta humillar a la clase baja. Por su parte, Godfrey (un genial William Powell) es la cordura personificada, el humor y el constraste racional, trabajador y humilde de toda la familia.
Toda la película está aderezada con unos vestidos (y escenarios) de ensueño.
Maravilloso ejemplo del mejor Hollywood clásico, Al Servicio de las Damas es una muestra del escaso cine de vagabundos, apta sólo para mentes inquietas, románticos del cine de antes (y de siempre) y amantes del HUMOR con mayúsculas.
Como curiosidad, destacar la versión tan bien coloreada que parece haber sido rodada en Technicolor.
Puntuación: 7 alocados wasabis.