Imagen: seriouseats.com
Hasta hace unos días, el único elemento comestible extraído de la tierra que me daba miedo comer por si me explotaba en la boca era la granada; fruta deliciosa a la vez que inofensiva. Ahora sí que puedo tener motivos para asustarme ya que es otro cultivo el que realmente puede ser usado como arma y curiosamente también como granada, pero en este caso de granada de humo de guindilla.
El chile picante del que les hablo lleva el nombre de “bhut jolokia” y fue considerado en el año 2007 la guindilla más picante del mundo. Para que vean ustedes cuál es su potencial, sí les resulta picante una gota de tabasco o un trocito de jalapeño, este chile procedente de la India es 400 veces más picante que el tabasco y 200 veces más que el jalapeño.
A tenor de tanto poder concentrado, el Ministerio de Defensa de la India no dudó ni un solo instante en convertirlo en arma, no mortífera ni letal, pero sí nociva y eficaz. Sobre todo ante manifestantes o concentraciones masivas descontroladas creando las granadas de humo de guindilla. Y quienes han podido comprobar su efecto aseguran que es más irritante que el gas lacrimógeno.
Lo que me hace pensar, y eso es algo preocupante tratándose de mí, en qué pasaría si una banda de atracadores se dedicaran a cultivarlas en casa. Podrían asaltar bancos a golpe de guindilla y amenazar a los empleados de una sucursal gritando: ¡Al suelo todos o reviento esta guindilla contra el piso!
De todas formas y sólo como medida preventiva, los bancos y cajas de muchos países alimentan ya a sus empleados con leche para fortalecer sus estómagos ante un ataque “guindillil” y les envían diariamente migas de pan para que las ingieran en el momento de sufrir un ataque para atenuar el picor que puedan sufrir estos pobres en sus gargantas mientras los malandrines vacían la caja fuerte.
Yo por si acaso, y como trabajo a tiempo parcial en un banco, me estoy preparando para uno de estos ataques. Me lavo la cara todas las mañanas con tabasco, me cepillo los dientes con guindilla y en vez de laca, me pongo spray de pimienta, y todo ello con la música de los Red Hot Chili Peppers de fondo. Eso sí, solo espero que no me asalte una atracadora porque como una mujer me…pique el ojo…me puedo dar por vencido.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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