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"AL SUR DE LA FRONTERA, AL OESTE DEL SOL" de Haruki Murakami

Publicado el 30 marzo 2022 por Marianleemaslibros
FRONTERA, OESTE SOL
—Este mundo es igual. Si llueve, las plantas florecen; si no llueve, se secan. Los insectos son devorados por las lagartijas; y las lagartijas, por los pájaros. Pero, en definitiva, todos acaban muriendo. Y, después de muertos, se secan. Cuando una generación muere, la sucede la siguiente.
Es así. Hay muchas maneras de vivir. Hay muchas maneras de morir. Pero eso no tiene ninguna importancia. Al final, sólo queda el desierto. El desierto es lo único que vive de verdad

FRONTERA, OESTE SOL
Vuelvo a Murakami, como siempre. Con este, son ya 10 libros los que me he leído del autor, todos reseñados aquí, excepto el primero, que además es mi preferido, "Kafka en la orilla", porque por aquel entonces todavía no tenía el blog. Aunque hasta ahora todo lo suyo me ha gustado, soy consciente, o más bien tengo la certeza, de que alguno de los que me quedan por leer me podrían defraudar. Eso es un problema, ese es el problema, esa es la causa por la que me cuesta tanto decidir qué será lo siguiente que leeré de él, porque tengo miedo a que se me caiga el mito. ¿No os pasa que tenéis a un autor en el podio, en un altar y que os da miedo que en algún momento os llegue a decepcionar? 
No ha sido el caso, todo lo contrario. Leer “Al sur de la frontera al oeste del sol” (publicada en 1992, 2003 en España) me ha hecho muy feliz, ha sido genial reencontrarme con su peculiar prosa y con esos elementos tan reconocibles y familiares, tan murakamianos.
La trama sin spoilerLa historia está ambientada en el Japón de la segunda mitad del siglo XX. Hajime es el protagonista de la novela y nos cuenta su vida, una vida que inconscientemente él mismo divide en varias etapas diferentes, según sus diferentes grados de felicidad o insatisfacción y las tres mujeres que le acompañan en cada una de ellas:
La infancia, en un barrio residencial de clase media en una pequeña ciudad, fue lo mejor. Lo mejor fue conocer a su vecina Shimamoto, ambos hijos únicos. Shimamoto era una niña que siempre, siempre sonreía y que al andar arrastraba ligeramente la pierna izquierda por la secuela de una parálisis infantil que sufrió al nacer. Con ella surge una relación muy especial y eterna, tan especial y eterna, que Hajime pasa el resto de su vida intentando olvidarla, y al mismo tiempo recordándola, añorándola, imaginando qué habría pasado si a los 12 años no se hubieran tenido que separar. 
Yo debía haber seguido estrechamente ligado a Shimamoto. La necesitaba y ella, por su parte, tal vez me necesitara a mí. Pero era demasiado consciente de mí mismo, tenía demasiado miedo a que me hirieran. Y no volvimos a vernos durante mucho tiempo.

● La segunda etapa, la del instituto hasta su entrada en la universidad de Tokio, la de su adolescencia refugiado en el deporte, los libros y la música, echando de menos a Shimamoto. Una época en la que hizo muchos amigos, pero ninguno con el que pudiera compartir al completo sus aficiones. 
A lo largo de aquella época angustiosa que fue la adolescencia, el calor de su recuerdo me confortó y alentó incontables veces. Y durante mucho tiempo ocupó un lugar especial dentro de mi corazón. Lo guardé para ella, de la misma forma que se pone un aviso de «reservado» en la mesa más tranquila al fondo de un restaurante. 

Hasta que conoció a Izumi, una chica con la que estuvo saliendo más de un año entero, que también le marcó, pero por otros motivos. A Izumi no es que no la quisiera, pero muy probablemente por ella solo sintiera atracción sexual, y una bonita amistad. Pero ella sí estaba profundamente enamorada de él, y sin pretenderlo, Hajime la hirió cruelmente, Hajime hirió de muerte a Izumi. 
Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir. 

De sus cuatro años de universidad, Hajime nos cuenta poca cosa, porque para él fueron años anodinos ahogado en la desilusión, la soledad y el silencio. Con muchas novias, pero ninguna importante, y su primer trabajo en una empresa de redacción y edición de libros de texto que le aburría soberanamente. 
Me encerré más en mi propio mundo. Me acostumbré a comer solo, a pasear solo, a ir a la piscina, a los conciertos y al cine solo. No sentía por ello ni soledad ni amargura. A menudo pensaba en Shimamoto y en Izumi. Dónde estarían, qué harían. Tal vez se hubiesen casado. Tal vez tuviesen hijos. De cualquier modo, me habría gustado verlas y hablar con ellas, aunque fuera sólo un rato. Una hora siquiera. A Shimamoto y a Izumi hubiera podido expresarles mejor mis sentimientos. Pasaba las horas imaginando la forma de reconciliarme con Izumi o la forma de reencontrar a Shimamoto. Pensaba en lo maravilloso que sería volver a verlas. 

● Tras esos años gélidos, y ya metido en la treintena, Hajime conoció a la que se convirtió en su esposa, Yukiko, una mujer por la que se sintió atraído con una fuerza casi irracional desde el primer instante y con la que, después de tanto tiempo, volvió a experimentar el magnetismo que sintió en su día por Shimamoto. Fue esta una época buena. Una época en la que, sin haberse desprendido por completo de ese vacío existencial que le acompañaba desde la infancia, fue capaz de sentir algo bastante parecido a la felicidad, con una mujer a la que quería, dos hijas y un trabajo que le gustaba, en sus dos elegantes y distinguidos bares de jazz que además le aportaban sendos beneficios económicos. 
Había sabido jugar bien mis cartas. Había abierto dos bares en un corto lapso de tiempo, había empleado a más de treinta personas y había conseguido unas ganancias muy superiores a la media. 

La vida de Hajime podría haber seguido eternamente así, tranquila, sumido en esa felicidad incompleta pero confortable, si no hubiera sido porque el pasado arremetió repentina y violentamente en su vida, un buen día, sin llamar a la puerta, de sopetón. 
Y hasta aquí puedo contar. . .
Los puntos fuertes de la novela
Ya sabéis que este escritor tiene dos facetas bastante distintas, la onírica, con mundos paralelos, realidades distorsionadas y demás salidas de olla que no a todos gusta y que por cierto yo disfruto siempre mucho, y la normal, la realista, la que habla de vidas comunes, del día a día común de japoneses comunes. En esta última modalidad entrarían por ejemplo "Tokio Blues" y "Los años de peregrinación del chico sin color", también “Al sur de la frontera al oeste del sol”
En “Al sur de la frontera al oeste del sol” no hay nada surreal ni realismo mágico, aunque sí encontramos la mayoría de lo que caracteriza las novelas más “reales” de Murakami: personajes atormentados, solitarios, mujeres inestables, personajes a los que les gustan los gatos y los libros, temas como la infidelidad, el suicidio, los amores platónicos, febriles, imposibles, existencias vacías en continua búsqueda de sentido, amores adolescentes que marcan, reencuentros que remueven y trastocan vidas, todo ello envuelto en una fina capa de melancolía y nostalgia de tiempos pasados que fueron mejores.
Sólo con pensar en Shimamoto, me estremecía con una excitación febril que parecía abrir una puerta situada en lo más hondo de mi corazón. 

Y por supuesto, no podía faltar la música, concretamente el jazz, algo que de una forma u otra, siempre está presente en sus escritos. De hecho, el título de la obra hace referencia a una canción de Nat King Cole, que sonaba en el tocadiscos continuamente, “South of the border”, una canción que simboliza la búsqueda de una vida mejor, de una felicidad duradera, algo que Hajime por su parte, nunca deja de buscar y perseguir ¿con éxito, sin éxito?
A lo lejos, Nat King Cole cantaba South of the Border. Nat King Cole se refería a México, claro. Pero yo entonces no lo sabía. Las palabras «Al sur de la frontera» me sonaban enigmáticas. Cada vez que las oía, me preguntaba qué diablos debía de haber allí, al sur de la frontera.
—¿Qué hay al oeste del sol? —pregunté. Ella volvió a negar con la cabeza. —No lo sé. Tal vez no haya nada. O tal vez sí. En todo caso, es un lugar distinto al que está al sur de la frontera. 

Los tres personajes femeninos son fascinantes, pero sobre todo lo es la relación Hajime-Shimamoto, la relación entre estos dos seres a los que les cuesta mostrar sus sentimientos, seres incompletos que cuando se encuentran se complementan a la perfección. También la de Hajime-Izumi, la chica que se enamora perdida y enajenadamente, pero cuyo amor no es correspondido. 
Enseguida me acostumbré a estar con ella a solas. Para mí era una experiencia nueva. A su lado no me sentía intranquilo, como me pasaba con las demás niñas. 

He disfrutado mucho leyendo esta novela. 270 páginas que me han cautivado, cada una de ellas, todas, con una trama que me ha resultado adictiva, mágica, y un final desconcertante, de esos a los que Murakami ya nos tiene habituados, un poco inacabado y abierto. Podría deciros que me fastidió no conocer más cosas sobre el pasado de Shimamoto, algunos aspectos que quedaron en el aire, pero no, no lo voy a hacer, porque una vez que te has habituado a leerle ya sabes lo que hay, ya sabes que sus finales suelen así, lo aceptas como es, como una parte de su genialidad y deja de importarte. Y es que hace ya tiempo descubrí y llegué a la conclusión de que, si el camino recorrido es embriagador y fructífero, no llegar al final de todo, no conocerlo todo en ese final, no es lo que importa. Lo que de verdad importa es haberlo gozado, haberlo disfrutado.
No me gusta la literatura romántica, y sabía que a esta novela muchos la describen dentro de este género. Pero también sabía que, de la pluma de Murakami (así como de la mayoría de los autores orientales) no salen historias de amor vulgares ni simples, sus historias te calan y sorprenden siempre, en mayor o menor medida, de una forma o de otra. Y que su prosa hermosa empapada de ese tono melancólico que suele envolver sus tramas, siempre te toca el alma.
Os la recomiendo, tanto si ya conocéis al autor como si no, de hecho me parece una muy buena elección para adentraros en el fascinante mundo murakamiano, para descubrirle, si todavía no lo habéis hecho. Mi nota esta vez es la máxima:
FRONTERA, OESTE SOL

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