Alan Moore es un chamán, un idealista comprometido, un anarquista del convencionalismo, es un mago. Puntilloso, compulsivo, introspectivo, trovador visual, subversivo y decadente pero a la vez evocador y experimental. Es todo eso y mucho más. Porque también es músico, performance, escritor, renacentista. Sí, claro, también se dedica a los cómics. Es tal vez el mayor revulsivo de la historia de las viñetas. Dibujante, a veces; guionista, sobre todo; creador, especialmente, es responsable de una concepción nueva del mundo del cómic, siempre con la pregunta pero también con la respuesta. Es un gigante, con aspecto de dios nórdico, envuelto en serpientes de dos cabezas. Un genio de la contracultura que además de inspirar al público y a otros profesionales del cómic supo incidir, sin proponérselo pero queriendo hacerlo, en la forma de entender y crear narrativa, de conceptualizar el universo y transgredirlo para ofrecerlo al lector, inteligible, crudo, real.

Si nos interesa conocer un poco más sobre su vida, tanto si desconocías de su existencia como si le tienes por uno de tus autores favoritos, tenemos la oportunidad de echarle el guante a ‘Alan Moore, storyteller’, un tomo que hará las delicias tanto de los iniciados como de los expertos, por la minuciosidad y cariño con la que desentraña la existencia vital y creativa de este hechicero