Revista Opinión

Alan Turing, el pecado nefando de un genio

Publicado el 07 diciembre 2014 por Miguel García Vega @in_albis68

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Alan Mathison Turing (1912-1954) era un genio. Fue uno de los padres de la computación, un precursor de la informática. O sea, uno de los culpables de que ahora estés leyendo esto y luego pases a algo mucho más interesante con solo un click. Eminente matemático, diseñó uno de los primeros computadores digitales. También fue uno de los antecesores de la Inteligencia Artificial, creador de un test que aún se usa hoy día para establecer la inteligencia de las máquinas.

Por si eso fuera poco, fue un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Churchill dijo aquello de “nunca tantos debieron tanto a tan pocos” se refería a los pilotos de la RAF, pero la frase hubiera encajado igual o mejor referida a Turing y su equipo. Turing trabajó para el espionaje británico y consiguió descifrar la potente máquina Enigma, creada por el espionaje alemán. Ese hecho salvó miles de vidas y ayudó enormemente a Los Aliados a ganar la guerra.

Pero todo eso no le sirvió de nada ante un delito imperdonable: “indecencia grave y perversión sexual”, que es como el “pecado nefando” de la Inquisición pero en versión tribunal inglés de los años 50. No hace tanto de eso ¿verdad? Y sigue pasando en otros lugares, hoy mismo. Turing fue condenado por ser homosexual, fue castrado químicamente y todo indica que acabó suicidándose con cianuro inyectado en una manzana. Así se las gastan las leyes de los hombres.

La historia de Turing es bastante conocida, pero escribo a bote pronto este post por si cae por aquí alguien que no la conozca. Por eso y porque una película sobre Alan Turing, The Imitation Game, se estrenó en Gran Bretaña el 14 de noviembre, el 28 en Estados Unidos y llegará a España el próximo enero.

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La película está protagonizada por Benedict Cumberbatch (famoso por ser el Sherlock de la serie), Keira Knightley y Matthew Goode. Leo que el guión está inspirado en la biografía escrita por Andrew Hodges, Alan Turing: The Enigma. Hodges es matemático, escritor y uno de los pioneros del movimiento de liberación gay de los años 70, así que espero que la película trate el drama personal y la profunda injusticia hacia Turing, aunque el trailer en español sugiere más aventura y épica hollywoodiense que otra cosa. Si las estrellas del reparto y el tono ayudan a difundir los valores de la igualdad y el respeto a la diversidad puede que valga la pena, no se.

Turing fue un niño prodigio. Desde pequeño mostró especial predilección por las matemáticas y siendo muy joven ya era capaz de resolver problemas complejos. En 1936, con 24 años, crea la máquina de Turing, un dispositivo hipotético que representa una máquina de computación. No se preocupen, yo tampoco lo entiendo muy bien pero los que saben de esto lo consideran un gran paso para que usted esté disfrutando ahora (perdón por la inmodestia) de su ordenador.

Enigma

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Ejemplar de la máquina alemana Enigma

Cuando llega la Segunda Guerra Mundial Turing ya es un reputado matemático, así que su país le pide que se sume al esfuerzo bélico con lo que mejor sabe hacer, pensar con números. Los alemanes había creado la máquina Enigma, un artilugio de cifrado infranqueable con el tamaño y el aspecto  de una máquina de escribir rara. Para que se hagan una idea, dos letras idénticas del mensaje original daban como resultado dos letras diferentes en el mensaje cifrado resultante. Si usted es experto en cifrado tal vez eso no le impresione, a mí mucho.

Enigma servía tanto para cifrar como para descifrar y su tamaño la hacía muy útil a los espías alemanes y un enemigo temible para los aliados. La carrera para descifrar enigma fue de fondo. Empiezan los polacos en 1929 y acaba con los británicos, ya en plena guerra, montando en una mansión de Bletchley Park, al norte de Londres, un equipo para quebrar los códigos alemanes. Un equipo formado por criptógrafos, ajedrecistas, jugadores de bridge y matemáticos, entre los que destaca Turing.

Mujeres del servicio naval británico en Bletchley Park (1942) con Colossus, la primera computadora programable. (SSPL/Getty Images)

Mujeres del servicio naval británico en Bletchley Park (1942) con Colossus, la primera computadora programable. (SSPL/Getty Images)

Toda la operación fue conducida con estricto secreto. Los resultados eran metidos en una caja cerrada y llevados directamente a Churchill, el único que tenía una llave de la caja. En el verano de 1940 ya estaban en condiciones de descifrar los códigos usados por la Luftwaffe, los de la marina alemana eran un poco más sofisticados y se tardó un año más.

Turing se había convertido en un héroe. Las guerras, como casi todo en la vida, las gana la inteligencia y aquel matemático prodigioso se había convertido en uno de los vencedores destacados. Pero, gajes de los servicios secretos, todo aquello no se sabrá hasta finales de los años 60, años después de la tortura a Turing.

Test de Turing

Acabada la guerra su mente no se detiene y continúa sus estudios de computación. En 1950 presenta el llamado test de Turing, una prueba para comprobar la inteligencia de una máquina. Según el mismo, si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, es  que debe serlo. La prueba consiste en que un juez hace una serie de preguntas a una máquina y a un ser humano situados en habitaciones diferentes y que debe ser capaz de identificarlos por las respuestas.  Desde 1990 se leva a cabo una competición anual, el Premio Loebner, basado en dicho test. Una computadora conversacional logró superar el test (engañar a más del 30% de los jueces) en 2010.turing_doodle

Delito contra natura

Pero todos esos avances en computación y cibernética, y algunos más, no le valieron de nada ante el atraso y la intolerancia legal. Usar ordenadores no nos hace más sabios, eso está claro.  En 1952 Turing sufre un robo en casa en el que se haya implicado su amante de entonces. El matemático lo denuncia y en los interrogatorios confiesa su homosexualidad, algo que, por otra parte, tampoco se esforzaba en ocultar a su círculo de amigos y conocidos.

En ese momento, gracias a un ley de 1885, la víctima se convierte en delincuente, por delito de indecencia. Desde los años 30 los juicios por conducta homosexual habían aumentado considerablemente, en un intento de la sociedad bienpensante de frenar la cada vez mayor visibilidad de los gays. Teoría muy particular al respecto: las guerras suelen tener el efecto de visibilizar lo que es importante y lo que no lo es, como la orientación sexual de cada uno. La actitud de Turing, que no pedía perdón por sus preferencias en la cama, tampoco ayudó a que pesaran más sus servicios a la patria que la condena ejemplarizante.

Así que se le dio a elegir entre cárcel y tortura, entre ir a prisión o someterse a una castración química a base de estrógenos. Él quería seguir trabajando, así que optó por lo segundo. Pero las hormonas tenían muchos efectos secundarios: cambios de carácter, obesidad, aumento de los pechos e impotencia.

Turing

El 7 de junio de 1954 fue encontrado muerto en su habitación tras haber ingerido una manzana envenenada con cianuro. Hay quien sospecha de asesinato. En los días previos Turing no había dado muestras especiales de querer quitarse la vida y proseguía su trabajo matemático, con planes a corto plazo. Tampoco se encontró nota de suicidio.

A pesar de eso la hipótesis más generalizada apunta al suicidio, agobiado por las secuelas del tratamiento, abrumado por la repercusión de su juicio, el rechazo social y la sensación de ingratitud por el trato recibido a alguien que había dado tanto por su país.

Sackville_park_turing_plaqueLa verdad es que reflexionando sobre el caso de Alan Turing me parece algo más propio de España que de Inglaterra. En general, la historia nos muestra que los ingleses suelen reconocer a sus compatriotas distinguidos y mostrarles respeto, al contrario que en España, que suele maltratar a los suyos. Me viene a la mente García Lorca, al que ni siquiera dejaron suicidarse; lo fusilaron con nocturnidad y alevosía, para asegurarse. Más a nuestro estilo.

En lo que sí coinciden los dos, en diferentes grados, es en cómo la cerrazón y el fanatismo tienen esa tendencia irrefrenable a aplastar lo mejor del espíritu humano, y a menudo lo consiguen.  En sus últimos años, tras la condena por homosexualidad, un Turing desmoralizado teme que todo el escándalo afecte a sus logros y le escribe un amigo su famoso falso silogismo:

Turing cree que las máquinas piensan; Turing se acuesta con hombres; luego las máquinas no piensan.

Les puede parecer hasta gracioso, pero es triste. Yo escucho argumentaciones así todos los días, incluso de gente con micrófono.

 


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