Revista Sociedad

Alan y las incongruencias de su muerte

Publicado el 23 abril 2019 por Luzma
Alan y las incongruencias de su muerteLo último que pensé alguna vez era que estaría escribiendo sobre la muerte de Alan García. No sólo porque la extraordinaria corrupción de nuestros políticos no merece el trabajo de escribir un post, porque no me gusta hablar de los apristas en general, y menos de su líder, que nos vendió en pedazos y cuya corrupción sólo ha sido superada por el Fujimontesinismo, sinpo porque la posibilidad de su encarcelamiento era algo demasiado fantástico, utópico, rayando en lo imposible, pero... ¿su suicidio? Eso jamás estuvo ni en mi imaginación más febril. Y para la gran mayoría de peruanos ha sido igual.  Era más viable que los Avengers cobraran vida a que Alan recurriera al suicidio en lugar de sus mil jugadas político-judiciales, como lo viene haciendo hace décadas, con lamentable éxito.
Fuera de los borregos que nunca faltan, esos que siguen dando palmas a cualquier "líder" político sin cuestionar sus valores ni su conducta y son un ciego que no quiere ver las abrumadoras pruebas de su culpabilidad en delitos desde el robo y la corrupción hasta el asesinato, la población quedó verdaderamente anonadada con la noticia de que Alan García, el ego más grande de la historia peruana contemporánea, el que se reía de todo y de todos, el bipolar, el que pasaba de cautivar a las masas a patear en el trasero al pobre ingenuo que se atreviera a ponerse delante de él en un desfile, tapándolo sin querer, el que disponía matanzas ilegales y salía libre de polvo y paja... ése Alan... ése al que conocíamos bien, se había disparado en la cabeza.  ¿Qué? ¿es una broma? ¡¡Alan no es de los que se matan!!
Es cierto que siempre tuvo un historial de trastornos maníacodepresivos, entre otros males, que contrastaban de forma inesperada con sus explosiones emocionales, pero un suicidio fríamente planificado no es una explosión emocional ni un acto de valentía, cuando deja a su familia cargar con todo lo que el futuro de las investigaciones depare.
Como es inevitable proliferaron, desde el fatídico 17 pasado, los memes ridiculizando el hecho, las reseñas de su vida repitiendo hasta el cansancio la frasecita "el dos veces presidente del Perú" (lo que en realidad sólo demuestra su impresionante habilidad política para cautivar a la gente y su habilidad de negociador para quienes le financiaron millonarias campañas, así como nuestra incapacidad para elegir a mejores líderes),  pero también han surgido versiones que ponen en duda el hecho de que García esté muerto. En muchos medios han salido videos adulterados, datos tomados sin comprobación ninguna, y explicaciones que justifican que para la mayoría se trate de fantasiosas teorías de conspiraciones que no tienen el menor asidero...
Alan y las incongruencias de su muerte Pero... ¿No está la historia mundial llena de embustes y engaños realizados frente a los ojos de la sociedad en los cinco continentes para cubrir maquinaciones malévolas?
¿No están los libros de Historia del Perú llenos de engaños y vacíos sobre nuestros héroes y caudillos por intereses que nunca tiene  que ver con nuestro beneficio?
¿No perseguía Fujimori por todo Lima a Montesinos como si fuera un episodio de Hawai 5-0 cuando eran socios inseparables y lo siguen siendo?
¿No no han dicho toda la vida que Fujimori quería matar a Alan cuando todos sabemos que su sociedad es (o fue) siempre irrompible?
¿No dijo Alan mil veces, y es poco, que no conocía a Marcelo Odebretch, que las iniciales de su agenda AG no eran de Alan García y lo siguió sosteniendo  hasta que salió una foto donde está recibiéndolo en Palacio?
¿No dijo el mismo Alan, cuando le extendieron la prohibición de salir del país: “Nos allanamos para que nadie piense que ocultamos algo. Y para mí no es una sanción estar 18 meses en mi patria y apoyar al aprismo” y luego resulta que no confía en el Poder Judicial y deja a sus hijos "la dignidad de sus decisiones"?
La verdad podría seguir citando mentiras comprobadas de Alan, el mitómano más grande que ha conocido nuestra patria, pero resultaría aburrido porque son cosas que casi todo conocen y quienes lo niegan siguen creyendo que pueden tapar el sol con un dedo. Pero lo que me interesa es analizar los elementos que sostienen quienes defienden la tesis de que Alan no ha muerto, porque son de mucho interés. Sean ciertos o no, dan una visión de la imagen que tiene el dos veces presidente en un gran sector de la población.
1. Alan era mentiroso, no valiente.
Es conocida la capacidad de mentir del occiso, en lo grande como en lo pequeño, y, como en la historia del pastorcillo, es difícil creerle una acción tan fuera de su estilo de conducta habitual. La de boca), el arrojo y el desprecio ante el dolor o la muerte, no son rasgos que alguien haya apreciado jamás en su comportamiento. La posibilidad de que hubiera logrado dispararse a la cabeza, es tan pequeña que sucita suspicacias. La capacidad de generar y producir historias complicadas para evadir las responsabilidades correspondientes, con todos sus detalles, en cambio, es parte de su amplio expertise.
prepotencia, el abuso, la mentira, son elementos que conjugan con su personalidad y con los hechos que son de dominio público. El valor ante el peligro, la capacidad de poner el pecho por otros (que no sea
2. Alan era megalómano, no perfil bajo.
Alan y las incongruencias de su muerteSi algo repitió desde su juventud hasta sus últimos días, porque era un rasgo marcado de su personalidad, era su deseo de ser recordado por la Historia, de ocupar un lugar en la historia peruana, de dejar un legado, etc., etc. Su "ego colosal" era de conocimiento público y hasta el gobierno norteamericano lo tenía catalogado de ese modo, describiendo que su ego era su "talón de Aquiles".
Una persona así, al pensar en su muerte, se asocia con personas visitando su tumba, dejando flores, celebrando fechas importantes, en resumen, manteniendo viva su memoria. Semejante megalómano... ¿se incineraría para que no exista lugar de peregrinación?  Sólo después de que Perú campeone en un Mundial de fútbol...
La incineración de sus restos no tiene ningún asidero medianamente razonable, más aún en un partido político que hace de las romerías y celebraciones conmemorativas todo un ritual, casi un culto, mucho más tratándose de el dos veces presidente. 

3. Alan planificaba todo. 
Alan y las incongruencias de su muerteUn hombre que postuló y gobernó junto a una esposa que ya no era su esposa (pero con quien tiene muchas propiedades y bienes y quepor alguna extraña razón nunca ha sido comprendida en las investigaciones).... es mucho más que un hombre que pensaba en todo. Alana fue un político de tal envergadura y experiencia que vivió una vida de rey gracias a que tenía toda una maquinaria preparada y bien aceitada para protegerse de los procesos judiciales que lo acechaban y de los que pudieran venir, salvo que... ya no tuviera escapatoria. Y si Alan llegó a estar convencido de que no podría evadir a la justicia, entonces el plan más lógico es tener una vía de escape. En este caso, es compleja, involucra muchos espacios con personas, muchos procesos... pero fugas impresionantes vemos de tanto en tanto y no sería imposible ni mucho menos. Complicado logísticamente, sí, imposible, no. Y menos cuando hay mucho, pero muuuuuucho dinero en juego.
4. Al suicidarse concluye la investigación sobre él.
Según algunos especialistas, citados en el diario Gestión, "la muerte del imputado es una causal de archivamiento inmediato de todos los procesos , es decir todos los casos del señor García van a tener que ser archivados con la sola presentación de su partida de defunción", lo que significa que para la ley, Alan García murió inocente de todos los cargos.
Las investigaciones a los demás involucrados proseguirán con el impedimiento que significa no poder confrontar declaraciones y hacer careos, lo que le da un giro diferente al proceso, pero saca del objetivo al protagonista principal, sobre todo teniendo en cuenta que los delitos de corrupción ya npo prescriben en el Perú.
Temas como el volumen corporal del cadáver cuya foto ha circulado, la forma del pabellón de su oreja, el hecho de que no hay identificación de ADN (ni posibilidad de hacerla), que la autopsia fuera en el mismo hospital y no en la morgue, como debió hacerse, y muchos otros que generan suspicacias mil, hoy sólo sirven para cubrir con un velo de escepticismo estos hechos, que muy posiblemente quedarán, como tantos otros, en la ignorancia y el olvido.
Jaime Baily ha escrito un artículo muy interesante, siempre a su estilo, recordando su relación de amor-odio y revelando algunos detalles que resultan de mucho interés (https://www.infobae.com/america/opinion/2019/04/21/jaime-bayly-sobre-la-muerte-de-alan-garcia-el-suicidio-de-mozart/). Además de dejar un recuerdo un tanto romántico del mandatario, su escrito trasluce la portentosa  capacidad de convencimiento que Alan siempre tuvo, su impresionante memoria, su envidiable manejo de la retórica, su sarcasmo inigualable y otras características que, a mi humilde criterio, pintan de cuerpo entero a una persona que gusta del poder, no a la que huye de un balazo, en contrasentido con toda su vida y su por todos conocida expectativa de gloria postrera.
Pero al final.... sólo nos queda especular.
Alan y las incongruencias de su muerte

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