Los visigodos, o godos del oeste, pueblo al cual pertenecía Alarico, se mantuvo bajo el estatus de federado del Imperio Romano hasta la muerte de Teodosio en el año 395. Esto implicaba el estar libres de impuestos en el territorio de Tracia siempre y cuando sus ejércitos pelearan hombro a hombro con la de los romanos. Tenían sus propias leyes y podían ejercer su cultura como mejor les pareciese. Empero no tenían rey. Los historiadores no saben bien a qué se debió esto, ni tampoco el por qué los visigodos mostraron tal pasividad, pero el hecho es que entre Atanarico y Alarico I el grande, pasaron casi catorce años en las que esta nación no tuvo monarca alguno. Efectivamente en los años siguientes tanto visigodos como romanos, cumplieron sus promesas y trabajaron juntos para mantener el imperio. En el 394 inclusive derrotaron a las tropas occidentales de Eugenio que se había hecho con las Galias, generando que Teodosio se convierta en el único dueño del imperio otra vez.
Este emperador falleció en el año 395, y antes de morir repartió su imperio entre sus hijos Honorio y Acadio, quedando occidente y oriente para cada uno respectivamente. Sin embargo ni bien se hicieron con el poder, en especial éste último, comenzó a tener problemas y roces con los visigodos. Según el historiador Jordanes, esto se debió al excesivo lujo y descontrol al cual los emperadores se sumergieron irresponsablemente. Pero sus colegas modernos son más cautos, y prefieren decir que esto se debió sencillamente a un deseo visigodo de reafirmar su propia identidad cultural y étnica, la cual sentían, estaban desapareciendo frente a la “romanización” o “helenización”. Además, una vez muerto Teodosio no había pues ya pacto que cumplir.
Ahora hablemos de Alarico. Lo eruditos e investigadores tampoco se han puesto de acuerdo respecto de su fecha de nacimiento y la ubican entre los años 370 al 375. Obviamente creció como un joven entre dos culturas híbridas, la romana y la visigoda. Es poco lo que se sabe también en torno a su niñez, pero tenía un origen en la Familia de los Baltos, por lo cual se le considera el fundador de la Dinastía Baltinga. Se sabe que ya desde tiempo antes de que el Imperio Romano sea repartido entre Honorio y Acadio, y siendo aún muy joven comenzó a alistar un ejército visigodo totalmente independiente del romano. Finalmente entre el 394 ó 395, la nobleza de su nación lo nombró rey. Este hecho se vio favorecido con la muerte de Teodosio en este último año. Decidido a construir un gran imperio a costa de los romanos, marcha por distintas partes de Macedonia y Tracia. También pasaron por Fócida y Beocia atravesando e incendiando poblados enteros y haciendo esclavos a sus habitantes. Sólo Atenas se salvó gracias a un cuantioso rescate, pero no fue así con Esparta, Argos, Corinto o Megara las cuales fueron saqueadas y sus poblaciones vendidas como esclavos para recaudar fondos en la campaña. Así de decidido y hasta cruel era Alarico I. La parte oriental del imperio parecía desmoronarse y Constantinopla ser la siguiente en su lista. Pero tal cosa no sucedió; entonces, ¿qué lo detuvo? Pues se trató de uno de sus mejores adversarios: el magister militum Estilicón. En efecto, si bien Arcadio era un inepto, su general consiguió detener a las insaciables hordas visigodas a escuetos kilómetros de la capital, Constantinopla.
El imperio oriental ofreció territorios y facilidades que los visigodos aceptaron a cambio de la salvación. Se trataba de Iliria, un territorio entre Italia y los Balcanes. Los romanos ganaron tiempo y Alarico se reforzó. Estilicón sabía bien que las cosas no terminarían allí, pero de momento se conformó con haberlo neutralizado. Además este no tenía una buena relación con Arcadio, el emperador de oriente, el cual, debido a su ingratitud e ineptitud, terminó pagando caro. En efecto, el Imperio Romano, aún dividido no estaba para problemas internos, e inútilmente, estos se crearon. Es en el año 400, cuando Alarico I vuelve a atacar, esta vez a la misma e intocable Italia. Estilicón se acercó entonces al emperador Honorio de occidente y sobre todo le preocupó haber colocado a los visigodos en una zona tan cerca a la península itálica.
Pero era ya demasiado tarde para pensar eso. Pasó año y medio y los visigodos se pasearon como Pedro por su casa, en la hasta entonces aparentemente invulnerable Italia, cuna y centro del poderío romano clásico, del cual, ya quedaba muy poco. Roma temblaba, pues sabía que el bárbaro podía sitiar la Ciudad Imperial en cualquier momento. Sin embargo Estilicón aprovechó la indecisión de Alarico, volvió a reunir un poderoso ejército y el 6 de abril del año 402 ambos se encuentran en la Batalla de Polenza o Pollentia, en la cual vencieron los imperiales. Estilicón los persiguió y los volvió a derrotar en la Batalla de la ciudad de Verona en junio del 403. Los visigodos se retiraron humillados de Italia, pero el romano los premió dándoles un botín considerable.
El hecho es que ambos bandos hicieron una tregua pues los bárbaros se encontraba débiles y los romanos en verdaderos aprietos ante las sucesivas olas de invasiones bárbaras a lo largo de toda sus fronteras. Pero Honorio, el emperador occidental, en medio de todas esas preocupaciones, no tiene mejor idea que intentar marchar en guerra contra su hermano Arcadio para así poder unificar el imperio bajo una sola dirección. Estilicón obedeció, tal vez de mala gana, pero fue fiel al hombre que lo había ayudado. Además existía un resentimiento contra el soberano oriental, el cual había menospreciado sus esfuerzos. Para llevar a cabo la campaña, se llamó a Alarico, convenciéndole de lo importante que podría ser el botín, prometiéndoles 1814 kilos de oro. Éste aceptó encantado. Llegó entonces el año 408, y cuando los preparativos para la campaña estaban casi listos, Arcadio, el emperador oriental, muere…justo cuando se habían retirado importantes legiones de Hispania y las Galias. Sin embargo, Honorio, el emperador occidental, cometió un error fatal. Viendo la popularidad que tenía Estilicón en el Ejército Romano, lo manda a matar, acaeciendo este hecho el 23 de agosto del año 408. Además Honorio pensó que éste y Alarico planeaban algo en su contra. Ahora el rey visigodo no tenía ninguna personalidad militar a su altura que le hiciese frente. Lo que es más, unos 30 mil soldados de Estilicón tras la muerte de éste, se pasaron a las filas de Alarico. Acto seguido, los visigodos y romanos ahora aliados en un solo ejército ingresan a la península itálica y en cuestión de días llegan a las puertas de Roma. Allí Honorio se vio obligado a pagar un rescate de 5 mil libras de oro, 30 mil libras de plata, 3 mil libras de pimienta y 4 mil piezas de seda. Esto salvó a la ciudad eterna del desastre. Alarico y sus fuerzas se dirigieron a Rávena para negociar con Honorio pero éste lo despreció y no quiso hacer ningún trató con “bárbaros”.
Alarico entiende que estaba perdiendo su tiempo y finalmente decide marchar sobre Roma. El 24 de agosto del año 410 da la orden de sitiar la ciudad e ingresar por la puerta Salaria, al nordeste de la Ciudad Eterna, por donde entraron a tropel los visigodos. Se dio la orden de que se saquease todo lo que se quisiese a excepción de los edificios importantes y los templos cristianos, pues además de ser un amante del arte, Alarico tenía una fe poco cuestionable. Todo duró unos seis días con sus noches respectivas. Aquellos bárbaros incivilizados, los visigodos, se llevaban el mérito de ser los primeros en la historia, después de que los galos lo hagan varios siglos antes, en ingresar a Roma y devastarla a su gusto. Como el mismo Alarico diría:
“Desde que tomé Roma en mis manos, nadie ha vuelto a menospreciar el poder de los godos. Lo que impulsó el afán de conquistas y el deseo de aventuras dio grandeza a un pueblo necesitado de patria”.
Después de conmocionar al mundo occidental con el saqueo, Alarico se dirigió hacia el sur, con carros llenos de oro, riquezas, tesoros, bebidas, comidas, la llamada Mesa de Salomón y un candelabro de siete brazos, que según se dice fueron arrebatados del Templo de Jerusalén siglos atrás por Tito. Todos sus soldados estaban tan satisfechos tal cual Alarico. Sin embargo, para el rey visigodo ninguno de sus tesoros era tan grande o importante como el que representaba Gala Placidia, hermana de Honorio y Acadia, y por supuesto hija de Teodosio. Se dice que era tremendamente bella y que Alarico se había enamorado de ella apenas la vio. Entre otros de sus rehenes iba Atalo Prisco, un senador romano de origen jonio y de religión arriana. Alarico lo había puesto como gobernador en el trono de Roma antes del saqueo, pero asimismo lo destituyó días antes del desastre debido a su ineficacia y porque el avance sobre la Ciudad Eterna era inminente.
En su avance los visigodos fueron destruyendo territorios que para los romanos habían sido intocables desde hacía siglos como Campania, Apulia y Calabria. Marchaban hacia el sur con la intención de tomar el norte de África romano, para así poder hacerse con los graneros de Roma. Pero al llegar a Cosenza, se enteró de que la flota en Sicilia que lo llevaría al otro continente, había sido devastada por una tormenta. Esto lo desanimó profundamente. Se llegó a casar con una prima suya, a pesar de estar enamorado de Gala Placidia, y eso es todo lo que se sabe de su vida privada. Respecto de su muerte, se han tejido muchas leyendas y teorías. Cuando tenía alrededor de cuarenta años, Cosenza fue la ciudad que lo vio morir. Para algunos pereció ahogado en un último intento de marchar a África, pero lo más coherente y aceptado por los historiadores es que murió de malaria, pues se han señalado que padecía fiebres y convulsiones. Era el año 410. Así entonces partía el considerado primer gran rey visigodo del linaje Baltingo que se encargó de darle a su pueblo un prestigio jamás alcanzado hasta entonces. Respecto a su cuerpo, tal parece que sus generales no querían que caiga para nada en manos romanas o de sus enemigos, por los cual miles de obreros trabajaron varias semanas para desviar el río Busento. Construyeron un muro cerca al canal, cavaron una fosa en el lecho del río y dentro colocaron el cuerpo del rey además de un gran tesoro…se dice que los soldados visigodos encargados del proyecto asesinaron a todos los obreros implicados para que jamás nadie sepa dónde estaba enterrado Alarico.
Hoy en día se cree que entre las iglesias de San Domenico y San Francesco de Paola, en la ciudad de Cosenza, se hallan sus restos. El gran rey sólo había fallado en un proyecto durante su vida: darle a su pueblo una tierra donde finalmente asentarse y decir: “Esto es nuestro”.