No dejamos la línea establecida ayer con una entrada sobre la princesa del pueblo, hoy le toca el turno a la modelo y estupenda señora Carrillo, de ilustre apellido comunista que no debe casar excesivamente bien con los gustos de la muchacha. Después de vender imagen a las revistas del corazón, termina por prestar la suya en un programa de televisión para denunciar públicamente los supuestos tríos que pretendía su atractivo marido, al que simultáneamente, tachó de impotente y de homosexual, todo en el mismo cóctel multifruta con toques de aguardiente. Después la criticaron por maltratar al servicio doméstico, que nunca la satisfacía y de quien, pretendidamente, trataba de sonsacar información útil en la separación contenciosa que tiene entre manos. Estudió arte dramático y relaciones públicas y lo demuestra cada día, con interpretaciones notables y un saber llegar a donde quiere de forma envidiable, utilizando cada medio en el momento justo, enseñando parte de la mercancía para vender imagen e interés a partes iguales, de modo que aumente la curiosidad y el morbo que hace florecer la prensa amarilla.