Revista Salud y Bienestar

Alba Cons y su "Operación membrillo" para los dolores de espalda

Por Fat

El chocolate ha sido desde el descubrimiento de América la gran debilidad de muchos españoles. Ya fuera para acompañar unos churros, para deleitarse la vista con el bombón que cruza la calle o para derretirse sobre la tableta del cachas de moda. Pero lo que hoy en día proporciona bienestar y alegría de vivir, el gran redescubrimiento del siglo XXI, es el membrillo. El de toda la vida: ése que todos deberíamos tener allá donde la espalda pierde el pudor.
No se lo tome a broma, porque el tema del membrillo es serio y muy doloroso. Alba Cons lleva años dedicada a él, y no es confitera. Es licenciada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de La Coruña, instructora 'trainer' en una reputada clínica gallega, recuperadora de atletas olímpicos y una entusiasta activista contra el segundo trastorno médico más frecuente en España, sólo por detrás del resfriado: 4,5 millones de ciudadanos padecen lumbalgia aguda y ocho de cada diez sufrirá un problema de espalda a lo largo de su vida. Según publica el Grupo CORREO esta experta en movimiento y cadenas musculares ve claro el origen de esta epidemia. Se debe a que no guardamos un membrillo en la recámara; en la retaguardia, vaya. La textura del lumbar debería asemejarse a la de este dulce; blanda, moldeable, adaptable. Sin embargo, las palizas delante del ordenador, tantos kilómetros embutidos en el coche, la tentación de echarse en brazos del sofá... consiguen que se convierta en «puro cemento», un ladrillo con consecuencias tan preocupantes como la burbuja inmobiliaria.
«El nuevo mal social es que no nos movemos, y eso es lo peor que le podemos hacer a nuestra columna vertebral. Es nuestra bisagra, el nexo de brazos y piernas, el transmisor de fuerzas y quien carga con todo el cuerpo. Ha sido diseñada para el movimiento. Sin embargo, la vida moderna anula su dinamismo, la está matando». La que participó en las olimpiadas de Pekín asistiendo desinteresadamente a los atletas de Malí es consciente de que las tecnologías facilitan la vida, pero dan la espalda a la propia espalda.
No es sólo cuestión de sentarse como Dios -o tu madre- manda. «Cualquier postura, después de cierto tiempo, es mala». Ya nos preocupamos nosotros de estirar las piernas cada rato para que no se duerman. En cambio, la zona lumbar, por detrás del ombligo, la dejamos rígida. Después de ocho horas aplastada en la silla, todavía la usamos para coger bolsas o levantar a los niños. Y, si nos duele, nos aguantamos. Cuando a uno le atacan por la espalda, se siente indefenso. «Nadie tiene idea de qué hacer. La gente está desesperada». Nos da miedo. Por si acaso, optamos por guardar reposo. El peor remedio.
La solución acertada es justo la contraria: levántate y anda. Y se obrará el milagro con la intercesión de Alba Cons y sus sencillos ejercicios basados en pilates. De hecho, sin tener aún la edad de Cristo, la joven gallega es ya un dios para algunos de sus pacientes, que peregrinan desde toda España hasta su consulta en la clínica Salusport. Los ha salvado del cáliz del quirófano o de la tortura del dolor crónico. Incluso del infierno del paro a más de un conductor a punto de perder su empleo por el maldito lumbago.
Precisamente uno de estos agradecidos enfermos «creyó tanto en mí, que llamó a todas las editoriales para decirles que debían proponerme hacer un libro»: una biblia con los mandamientos de la ley de Cons para pasar a mejor calidad de vida. Grijalbo compró la idea tras comprobar que pocas personas sabrán tanto de lumbar y que quizá ninguna lo cuente tan claro y apasionado como ella. Ahora bien, de la columna vertebral de la obra, de su práctica estructura, se encargaría su hermana: Paula es periodista y ahora también asesora de la incipiente escritora que hace tres meses no tenía siquiera ordenador.
--«Meter el ombliguiño»
Quien avisa no es traidor. Pero ese es el problema. «La falta de información». Y que al dolor de espalda se suma el de cabeza por no entender lo que nos recetan. ¿Por qué nos mandan contraer el anverso si nos pueden pedir «meter el ombliguiño»? ¿Por qué diagnosticar una angustiosa hiperlordosis cervical cuando sólo tenemos mucha curva cervical? ¿Por qué hablar de coxis, con lo simpático que es el rabito óseo? ¿Por qué recurrir a la técnica de Alexander si podemos «estirarnos como si te taparan en el cine»?
La valedora del membrillo ya lo hace. Emplea un lenguaje de andar por casa para explicar unos ejercicios que han de practicarse, precisamente, en la alfombra, la oficina o el coche. No se necesita nada. Ni siquiera tiempo. Mientras el semáforo se pone en verde, activemos el freno de mano, levantemos la rodilla intentando tocar el volante y mantengámosla todo lo arriba que podamos. Seguro que la jornada de trabajo incluye varias visitas al escusado. Pues aprovechémoslas también para aliviar el lumbar doblando las piernas mientras sacamos el trasero.
El método de Alba Cons es como su propia autora: «sencillo, doméstico, divertido, autónomo»... Y para todas las edades. «Te sorprenderías». La recuperadora gallega, que interviene en un programa nacional de radio, atiende a niños de siete años, pero también a señoras que rondan los noventa. Alucinan al descubrir que pueden frenar molestias que habían asumido como achaques propios de la edad: la artrosis, por ejemplo.
«El cuerpo es la máquina más inteligente y encuentra mejora para todo. La clave es saber compensarlo», subraya quien no cree en el dolor crónico. Incluso empresarios que cargan sobre su espalda enorme responsabilidad han logrado aliviarla. «Trato a un superdirectivo mundial, de esos que duermen en Dubai y despiertan en Turquía... Pues, aunque sea a las tres de la madrugada, hace los estiramientos en el Ritz. O en la gasolinera, coloca cuatro papeles en el suelo, se pone a cuatro patas» y, en vez de rezar a La Meca, se encomienda a Alba Cons.
Ella misma utiliza sus ejercicios. «Cuando me noto mal, me tiro en la alfombra y me aflojo», reconoce la que circula por La Coruña en bici, incluso cuando su madre llama angustiada para advertirle de que está diluviando. «¡Que es lluvia, mujer, no ácido sulfúrico!», replica, siempre optimista, la hija. La vida le sonríe, o ella le sonríe a la vida. «Cada día me repito: ¡Jo, qué feliz soy! Jamás hubiera soñado lo que me está pasando».
Y eso que los sueños de Alba son modestos. A sus treinta años, ha trabajado con el campeón del mundo de taekwondo y con el de triatlón. «Pero el triunfo no es mi objetivo». Mucho menos las medallas. «Lo que quiero es que gente normal se sienta de maravilla y se relacione con su espalda de otra manera». Es consciente, eso sí, de que, aunque sus manos son prodigiosas, sólo tiene dos. Y un corazón enorme que le obliga a multiplicarse. Asiste de forma gratuita a personas sin recursos, prepara un programa para la tele gallega y estudia viajar por España los fines de semana para ayudar a quien la necesite. Porque sabe que el dinero no da la felicidad. El deporte, sí. ***http://www.lecturalia.com/autor/7518/alba-cons

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