Alba Torrens pidiendo apoyo al público. Foto: Alberto Nevado / FEB.
A Alba Torrens (Binissalem, Mallorca, 1989) jamás se le ocurriría enseñar su camiseta al público, juguetear con el dedo índice en la oreja o encararse con la grada. A la alero internacional le separan 13 centímetros de Liz Cambage y un universo de valores. Alba Torrens sonríe, contagia a su equipo y a su afición, conquista incluso a quien apoya al rival. Juega, se divierte, lucha y respeta. Nunca actuaría como hizo la estrella australiana en el Santiago Martín, donde con sus gestos de parbulario manchó unos números extraordinarios (33 puntos y 15 rebotes). Cambage frustró a una España a la que se le escurrió la final de su Mundial con un último cuarto errático (8-22). El 66-72 cita a la selección con Bélgica en la lucha por el bronce. Australia jugará la final ante Estados Unidos. "Alba es muy cariñosa y extrovertida, pero no se vende mucho. Siempre ha sido muy humilde. Lo es de cuna. Su familia también es muy generosa y ha recibido una educación fantástica. Con 15 o 16 años era la misma persona que ahora. Ahora es una súper profesional que se entrena mucho y cuida todos los apartados del juego, los visibles y los invisibles. Por eso se ha convertido en lo que parecía. Es una súper estrella", la describe Miguel Méndez, que la entrenó en el Celta, su primer equipo en Liga Femenina.
A Alba Torrens le ruborizan los elogios. Parece que los esquive, quizás porque disfruta del presente y quiere seguir creciendo en su oficio y fuera de él. "No soy una estrella. Para nada me lo considero", le contaba a Nacho Duque en Marca. Lo es. Una estrella capaz de reponerse de un inicio errático con ocho puntos, con dos triples incluidos, en 2m 35s, para empatar a 30. "¡Vamos!", grita mientras levanta los brazos y pide el aliento a la grada. Acaba de igualar un partido en la que Liz Cambage se ha presentado con nueve puntos en el primer cuarto, cuando Australia llegó a dominar 6-21, a los 6m 35s. Queralt Casas y Cristina Ouviña proporcionaron la frescura que necesitaba un grupo lanzado por Torrens. Entre Astou Ndour (de nuevo, excelente, 17 puntos, 3/5 en tiros de dos y 3/3 en triples) y Anna Cruz, con una canasta casi sobre la bocina, finiquitaron la primera parte (35-34). El tercer cuarto fue un ejemplo de cómo es el grupo de Lucas Mondelo. Laura Nicholls cometió la tercera personal y Laura Gil, la cuarta. El técnico de l'Hospitalet de Llobregat reparó en Bea Sánchez, casi inédita en el Mundial, pero que ha exprimido sus oportunidades. La nueva pívot del Uni Girona tardó medio pestañeo en anotar y frenó a Cambage durante un rato, mientras, poco a poco, España se hacía con su mejor ventaja (58-50 a los 29m 55s) con Laia Palau y Xargay como anotadoras. A la selección se sobraron los últimos minutos; que Ndour se fuese al banquillo con la quinta personal a falta de 6m 35s; o que Nicholls y Gil llevasen cuatro. También que Cambage volviese a brillar y O'Hea empatase a 61. Alba Torrens puso la última ventaja (64-61) y a poco más de un minuto recuperó un balón que no supo aprovechar Laia Palau. Del posible 68-69 se pasó a la enésima canasta de Cambage. C'est fini! Alba Torrens aplaudió a sus compañeras y al público. "Es una súper estrella capaz de no brillar ella para que lo haga el equipo, y eso no es normal en ese perfil de jugadora", recalca Miguel Méndez, su primer entrenador como profesional tras su paso por el Segle XXI. Alba Torrens coincidió también en el Celta con la base Gema García: "Jugar con ella era muy divertido porque lo difícil lo hacía bonito y fácil. Cuando una chica de 17 años se convierte en una de las líderes de un equipo de Liga Femenina, sabes que llegará lejos. Y así ha sido. Siempre trataba de disfrutar y eso hacía que las demás también lo hicieran. Pilar Valero, Susana García, alguna más y yo le llamábamos Chucky porque tenía sus momentos locos dentro de la cancha. Ahora conserva su juego espectacular, pero con toda la cabeza. Chucky se fue". "Siempre tuvo mucho talento y sólo necesitaba madurar en su juego para convertirse en la referente. Tuvimos la suerte de contar con grandes jugadoras en el equipo que nos hacían trabajar duro y esforzarnos cada día para ser mejores. Si Alba era una gran jugadora al principio de la temporada, terminó siendo todavía mejor...", recuerda Sheila Alaña, que compartió vestuario con la alero mallorquina en su primer curso en el Perfumerías Avenida. "Amo España como país y tengo mucho respeto por la selección de Mondelo, pero éste es muy juego. Desde que soy una niña juego a baloncesto y si me pitan, eso me hace crecer, me empuja. Yo juego mi juego, soy una jugadora pasional", se disculpó Cambage al final del partido, según publica Juan Jiménez en As. El gesto le honra a medias. El mal ejemplo ya está dado. "Claro que queríamos estar en la final, pero era muy difícil. Ha sido difícil llegar hasta aquí. Ahora toca recuperarse y preparar el partido de mañana. Queremos esa medalla y será un partido duro", cerró Alba Torrens.