Revista Sociedad

Albalate no olvida a su patrón, San Blas

Publicado el 28 enero 2021 por Comunicae @comunicae

Hablar de las fiestas de San Blas de Albalate de Zorita es vivir las tradiciones con los cinco sentidos. El olor a caridad, el ruido al explotar los cohetes, los colores rojos y amarillos de los botargas-danzantes, el redoble de tambores y castañuelones, las emociones y lágrimas, y la devoción de todo un pueblo.

Antaño, el día 23 de enero, festividad de San Ildefonso, comenzaba la preparación de la fiesta con la salida “a pedir” el donativo por las casas albalateñas, antiguamente en forma de grano o harina y en la actualidad en dinero, siempre con el mismo fin de elaborar las caridades del santo.

Los mayordomos de San Blas, como se denomina a los cofrades de la Hermandad del Santo, junto con el Ayuntamiento y la chiquillería, recorren el pueblo al son de los tambores y aporreando las puertas con las “cachiporras”, de raíz de olivo, para que salieran a dar el donativo. Dicen los mayores que ese día era de mucha fiesta en Albalate. Por aquel entonces, el pueblo pertenecía a la diócesis de Toledo, donde San Ildefonso era, y es, muy celebrado. En la actualidad se sale a pedir el domingo más cercano al día 23 de enero. Este año, la pandemia se ha llevado esta sentida tradición albalateña. Hubiera debido hacerse el pasado domingo, 24 de enero.

El día 2 de febrero se celebra la festividad de La Candelaria, o de la Virgen de las Candelas, como se la llama en Albalate. Antes de celebrarse la misa, se saca en procesión la imagen de la Virgen, que lleva en su mano una vela. El recorrido consiste en darle una vuelta a la Tercía , antiguo pósito que está frente a la iglesia. Y se dice que, si la vela de la Virgen no se apaga durante la procesión y entra encendida al templo, viene buen año para el campo.

A mitad de la ceremonia religiosa se acerca la Virgen al Altar Mayor, y allí todos los niños y niñas nacidos durante el año anterior son presentados a la Candelaria, y pasan bajo su manto. La Virgen de las Candelas tiene su hermandad albalateña, y tres de sus hermanos le ofrecen una tarta, una jarra y una toalla y una pareja de palomas o tórtolas, lo mismo que hicieron San José y María en la presentación del niño en el templo.

Una vez terminada la misa, el sacerdote bendice las caridades que, esa tarde se reparten por todas las casas albalateñas, adquiriendo propiedades curativas contra los males de garganta. San Blas es el abogado contra estas dolencias ya que salvó a un niño de morir ahogado por una espina de pescado que tenía clavada en la garganta. En 2021, todas las tradiciones que se celebran en torno a la Virgen de las Candelas serán suspendidas, aunque no así el oficio religioso, en los términos que marcan las restricciones de la pandemia.

El día 3 de febrero es día grande en Albalate. Desde muy temprano, el sonido de los cohetes ensordece al pueblo de alegría. San Blas fue obispo de Sebaste, vivió como eremita y dicen que los animales se encargaban de llevarle alimento a su cueva.

En Albalate se desconoce desde cuando se le profesa tanta devoción y desde cuando existe su hermandad. El único dato encontrado al respecto es que en la antigua iglesia del convento de Cubillas o de Nuestra Señora del Cubo, actual cementerio, existía un cuadro con la imagen del santo.

Hay misa mayor, con ofrenda de flores. El momento que todo Albalate espera es cuando Christian Villanueva recita la poesía que su abuelo, Valentín de Lucas, recitaba hasta que falleció siendo el vecino de mayor edad que se ha vestido de botarga en Albalate.

Una vez terminada la misa llega el momento culmen del día. Decenas de botargas-danzantes esperan en la puerta de la iglesia a que la imagen de San Blas aparezca por el arco de la puerta para empezar a bailar, sin parar, al ritmo de tambores y castañuelones. Gritan, hasta quedarse sin voz , ¡viva San Blas bendito!

Los botargas visten trajes abufonados en color rojo y amarillo. Antiguamente también eran verdes y rojos. Llevan un gorro en forma de mitra, cascabeles y calzado cómodo para bailar.

Cuenta la tradición que la Virgen, a los 40 días de dar a luz llevó al niño a la iglesia. Se decía “salir a misa” cuando la mujer lo hacía por primera vez después de dar a luz. Como no quería que la gente se fijara en ella, le dijo a San Blas que le ayudara. El Santo buscó a unos hombres que, vestidos con trajes llamativos, empezaron a bailar y así, la virgen entró sin ser vista, pues la gente se quedó mirando a los botargas. En reconocimiento a la ayuda, dijo la Virgen “San Blas, yo delante (2 de febrero fiesta de las Candelas) y tú detrás (3 de febrero, fiesta de San Blas)”.

A los visitantes les sorprenden los piropos que se le dicen al santo como “borrachín” u “ojos de puterete”, haciendo alusión a su anterior vida de pecador.

La procesión suele durar tres o más horas. Los botargas van bailando delante del Santo, los niños son montados en la carroza y las albalateñas van sacando bandejas de los famosos “torcíos” de Albalate, rosquillas, mantecados, mistela y vino dulce que ofrecen a todo el que va en la procesión.

Hay vecinos que ofrecen dar dinero para que la procesión desande recorrido, y dure más, y antiguamente, cuando las calles de Albalate eran de tierra, allí donde se formaban charcos, los botargas se metían de patas para salpicar al acompañamiento. Hoy en día, suelen echar algunos cubos de agua a la calle para seguir la tradición.

Una vez que la procesión vuelve a la iglesia, los botargas rodean la carroza del santo bailando con más ganas para vivir así los últimos momentos que estará San Blas en la calle. Se subastan los maneros para meter al Santo y su imagen se gira en la peana para que entre al templo de cara al pueblo. Al son del himno nacional, San Blas le da su última bendición a Albalate hasta el año siguiente. La fiesta está declarada como Fiesta de Interés Turístico Provincial. En 2021, sólo está prevista la celebración de la misa de San Blas, que será retransmitida en directo por las redes sociales del Ayuntamiento, para permitir a los vecinos seguirla, puesto que el aforo de la iglesia está limitado a cien personas.

El día 4 de febrero es San Blasillo. Por la mañana, hay misa en honor de los hermanos difuntos de la hermandad. Durante toda la mañana en el Ayuntamiento se recogen regalos para, por la tarde, realizar la rifa de San Blas. Antes se rifaban los trajes de botarga y la gente pujaba para vestirlos al año siguiente. Esta tradición sí que se llevará a cabo. Protección Civil de Albalate se va a encargar de que en todo momento se cumplan los protocolos de seguridad necesarios.

El día 5 es la festividad de Santa Águeda. Desde hace unos años, la Asociación de Mujeres de Albalate ha recuperado esta fiesta con nombramiento de alcaldesa de honor que recibe el bastón de mando de manos del alcalde, misa y posterior paseo con la imagen de la santa acompañada de las albalateñas vestidas con trajes de época y finalizando con una comida de fraternidad en alguno de los restaurantes del pueblo. Igualmente, en 2021 habrá un parón, y no se podrá celebrar.

Siempre se ha dicho que las fiestas de San Blas duraban más días: la Virgen, San Blas, San Blasillo, Santa Águeda, Santa Aguedilla, y para los que no tenían oficios, ni obligaciones, San Gandumbas y San Gandumbillas. “Este año, las viviremos limitadas en los actos, pero sin límite en los corazones de los albalateños. Y, como ocurrió con la Santa Cruz, le pediremos a nuestro patrón su protección, y que nos libre, por fin, de la pandemia. El año que viene lo celebraremos el doble, y le dedicaremos todos los vítores y bailes que no hemos podido en 2021”, valora Alberto Merchante, alcalde de Albalate de Zorita.


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